Es algo inexplicable,
algo que a la vez nos hace sentir
simples y felices.
Tal vez son un montón de instantes,
que se comparten y se vuelven eternos.
Son esos días que transcurren
perdiendo el tiempo
con ese alguien,
adivinando el futuro de la vida.
Y así, poco a poco,
aparece algo lindo,
que simplemente
se siembra,
crece,
nunca se destruye.
Se comparte, se sueña, se sonríe...
se llora.
Es sencillamente estar allí.
Eso es amistad:
una palabra que convierte personas
en inseparables,
en equilibristas y gladiadores
que arriesgan su vida y sacrifican sus sueños
a eternas aventuras.
Maduran sin saber muy bien por qué...
porque la amistad es tan fuerte
que no se pretende recibir nada a cambio,
más que la alegría
de tener un amigo
para sonreír en los momentos más amargos.
Amistad es una unión
que ni siquiera la muerte
puede separar.
Una simple palabra
que vuelve los sueños realidad,
la ilusión verdadera,
y la tristeza:
un simple instante.
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