A VECES LA VERDAD DUELE
Siempre he sido una persona honesta y sincera. Con la verdad por delante.
Pero muchas veces, con esa “verdad por delante” me he
podido dar cuenta que también se puede hacer daño.
La amiga con sobre peso que está a dieta pregunta:
“Me veo más flaca?” “Pues claro que no!”. Ouch…
O cuando una amiga te dice “te quiero como a un hermano”…
Doble ouch… Jajaja, prefiero que no me lo digan…
A pesar que siempre he sido y seré honesto y sincero, creo que toda
regla tiene su excepción, y a veces debemos hacer uso (con mucha discreción y sin abusar) de las llamadas mentiras blancas.
Quizás cuando sabemos que nuestra respuesta verdadera va a hacer daño,
y que el dar otra respuesta (o evitar dar la respuesta) no hará daño.
O quizás cuando hacemos más bien que mal al no decir la verdad.
Claro, este es un tema muy álgido y se puede debatir de un extremo
de lo ético hacia lo no ético. Porque a fin de cuentas, ¿cómo sabremos si vamos
a hacer un bien o a hacer un mal?
Y tu, ¿has dicho mentiras blancas?
¿Te han dicho mentiras blancas?
Luis Castellanos