Roce
Bajo la piel sedosa duerme el tacto,
arrullado al tictac de sangre y venas,
susurro evocador de las colmenas,
manteniendo en la miel su gusto intacto.
Sólo despertará bajo el contacto
de otra piel carismática, que apenas,
murmurando sutiles cantilenas,
quiebre el silencio con su leve impacto.
Casi toque, prefacio de caricia,
en sí mismo minúscula delicia
de júbilos futuros sugerente.
Etéreo roce, casi imperceptible,
mas productor de fórmula asequible
para llegar al éxtasis yacente.
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