En el pasado, puedo haber ocultado mi luz interior y tenido miedo de ser yo mismo. Puede que haya tratado de complacer a los demás conformándome a las ideas de quien se supone que yo debiera ser. Tal vez reprimí una aspiración, pensando que no la lograría. Puedo haber dudado de la perfección divina en mí.

Me puedo haber identificado con mis supuestos defectos, sintiéndome disminuido e inadecuado. Hoy tomo una nueva decisión. Decido vivir sin miedo, apoyado en mi fe para creer en mí mismo. Mi imaginación concibe mi vida de la mejor manera posible y mi entendimiento me lleva a conocer más mi divinidad. Audaz y valiente, vivo auténticamente, voy en pos de mis sueños y expreso mi naturaleza divina.

Al centrar mis pensamientos en la Verdad, desecho todas aquellas ideas que me causan dolor o temor. Medito diariamente, seguro de la Verdad primordial que me asegura que he sido creado a la imagen y semejanza de Dios. Dios es el poder creativo en mis ideas, palabras y acciones. Mi fe crece y prospera cuando tengo presente que Dios es mi Fuente eterna.

La fe me bendice cada día. Sé que existe algo más allá de lo que pueden percibir mis sentidos. El universo que habito es alentador y próspero —provee amorosamente para satisfacer cada una de mis necesidades. Vivo en la presencia de Cristo, la misma presencia que moraba en Jesús. Fijo mi mente en mi luz interior. Sé que el poder de Dios se expresa en mí y a través de mí.

Hoy determino fomentar mi potencial como ser divino. Mis lecciones de vida y mi crecimiento espiritual me apoyan para comenzar de nuevo. He aprendido de mi pasado y tengo grandes sueños para mi futuro.

Aprovecho este momento para dejar ir lo que ocurrió antes de este día y empezar a hacer mis sueños realidad. Comienzo a construir desde la cualidad espiritual de mi fe, confiando en mi habilidad para lograr mis metas.

Mi facultad de sabiduría me ayuda a decidir qué camino seguir. Mi imaginación me ayuda a concebir todas las posibilidades para mi vida. Al cambiar y crecer, tengo fe en que mi nuevo comienzo me lleva a un futuro brillante. Agradezco la oportunidad de empezar de nuevo.

Un surfista aprovecha el poder del océano para realizar su emocionante recorrido hasta la costa. Yo también me coloco en el centro de la ola del poder de Dios. No me adelanto al frente de ella forzando mi voluntad, ni me paralizo por el miedo o la inseguridad. Al centrarme en la ola, puedo discernir la respuestas y la dirección que debo tomar.

Me dejo llevar por el gran poder de Dios y navego la ola que es mi guía y dirección interiores. En la oración, desisto de querer saber qué va a ocurrir y confío en que mi bien mayor se está desarrollando. Hago lo que me corresponde, dejando lo más grande a Dios. Presto atención a mi intuición y sigo la guía que recibo. Luego sigo mi motivación interna llevar a cabo acciones con propósito y determinación.

La gracia es un hilo divino entretejido en el lienzo de mi vida. Teje en ella diseños de bienestar, prosperidad y paz. Si deseo ser más saludable, afirmo mi salud y bienestar y siento que la gracia brilla intensamente a través de mi cuerpo y mente.

Si deseo experimentar y conocer el sentimiento liberador de la prosperidad, encuentro la gracia en la abundancia de la amistad, en el amor y en el apoyo que me rodea.

Al buscar tranquilidad y calma, la gracia me invita a disfrutar de un momento de oración. Al orar, mi conciencia de mi unidad con Dios se profundiza, y Su amor y sabiduría me reconfortan. La gracia de Dios me acuna, y siento su apoyo a lo largo de mi sendero espiritual.

En el pasado, puedo haber ocultado mi luz interior y tenido miedo de ser yo mismo. Puede que haya tratado de complacer a los demás conformándome a las ideas de quien se supone que yo debiera ser. Tal vez reprimí una aspiración, pensando que no la lograría. Puedo haber dudado de la perfección divina en mí.

Me puedo haber identificado con mis supuestos defectos, sintiéndome disminuido e inadecuado. Hoy tomo una nueva decisión. Decido vivir sin miedo, apoyado en mi fe para creer en mí mismo. Mi imaginación concibe mi vida de la mejor manera posible y mi entendimiento me lleva a conocer más mi divinidad. Audaz y valiente, vivo auténticamente, voy en pos de mis sueños y expreso mi naturaleza divina.

El poder de mi imaginación trasciende la realidad cotidiana y me brinda nuevas ideas. Puedo observar mi personalidad y cambiar aquello que no es para mi bien. Puedo recrear mi experiencia humana según mi alma evoluciona. Utilizo la imaginación para expandir mi mundo dando uso a mis dones y talentos.

Mi imaginación me libera y hace que me eleve por encima de mis limitaciones terrenales. La utilizo para dar forma a mi vida de acuerdo a mi visión interna. Mi afiance en la fe me provee estabilidad para cumplir mis metas. Mis limitaciones desaparecen según imagino con gozo objetivos y logros significativos. Creo en mi habilidad para soñar en grande y puedo lograr cualquier cosa que imagine.

En el pasado, puedo haber ocultado mi luz interior y tenido miedo de ser yo mismo. Puede que haya tratado de complacer a los demás conformándome a las ideas de quien se supone que yo debiera ser. Tal vez reprimí una aspiración, pensando que no la lograría. Puedo haber dudado de la perfección divina en mí.

Me puedo haber identificado con mis supuestos defectos, sintiéndome disminuido e inadecuado. Hoy tomo una nueva decisión. Decido vivir sin miedo, apoyado en mi fe para creer en mí mismo. Mi imaginación concibe mi vida de la mejor manera posible y mi entendimiento me lleva a conocer más mi divinidad. Audaz y valiente, vivo auténticamente, voy en pos de mis sueños y expreso mi naturaleza divina.