Congoja
Se me contrae el alma, constreñida
por la severidad de tu amenaza.
¿Quién te ha otorgado cédula de caza
sobre las contingencias de mi vida?
Tu libertad se extiende en la medida,
y sólo hasta los límites, que abraza
mi propia libertad. Ni la mordaza,
ni la sangre son válida medida.
Vivo en temor. Sé que la fuerza bruta
es la ley que el imbécil ejecuta,
el puño o el puñal, no la razón.
Y así habrás de morir, violentamente;
mientras muere tu víctima, inocente,
un poco cada día en su rincón.