La vida es una mezcla continua de alegrías y de dolores,
de éxitos y de fracasos, de mañanas llenas de luz y de
noches cargadas de oscuridad.
¡Cuántos fracasos, cuántos apagones en la vida de
todo hombre, aún en la vida los héroes, aún en la vida
de los santos! No hay que extrañarse, por lo tanto,
de que también los tengamos nosotros, aunque
no seamos ni lo uno, ni lo otro.
Pero esos héroes y esos santos se hicieron tales,
porque supieron armonizar y equilibrar esos momentos,
ni se dejaron abatir por las tinieblas, ni se desubicaron
por la luz de los éxitos.
Eso también tú lo puedes hacer, y , si lo puedes, lo debes.
Nunca te deslices por la cuenta de los vulgares
pensamientos y de las acciones innobles.
Deberás caminar siempre con los pies en el suelo,
pero que tu corazón esté en el cielo, Allá, en el término
de tu camino, como estrella orientadora, fija tu ideal:
hacerte cada vez mejor asemejándote a Dios.