DECLARO
Hoy, en el día de cualquier año,
en el año de cualquier siglo,
en mis plenas facultades
mentales y físicas
y asumiendo cuanto vivo y escribo…
declaro, que me declaro…
culpable.
Culpable de todo lo que no hice,
de todo lo que no he visto ni oído,
de las palabras que no dije a tiempo
y de las otras, que nunca aprendí.
Me preocupé por cosas
que jamás sucedieron
y pasé gran parte de mi vida
en sitios equivocados,
en horas equivocadas,
con gente equivocada.
Declaro,
que llegué tarde a todas las citas,
que no estuve nunca
antes en ninguna parte,
que encontré
la primavera florecida,
la tierra repartida
y el cielo prometido.
Que todo lo que tengo
es menos de lo que me falta,
que lo que creía, no lo creí después
y que cometí el peor de los errores:
soñé en un mundo de pesadillas.
Declaro también,
que no hay nada más cierto
que nuestro pasar por la vida,
ni nada más falso
que nuestra vida al pasar.
Que es feliz aquel
que no quiere nada,
que no sabe nada,
que no se pregunta nada
y que no se da cuenta de nada.
Que de una mano temblorosa
puede caerse el amor que hay en ella,
que todo lo que no se da,
no se acumula, se pierde.
Que todos somos
al fin y al cabo esclavos
de algún vicio o de alguna virtud.
Que he sido fiel
solamente a mis dudas
y que el hombre más libre que conocí
iba atado al corazón de una mujer.
Gian Franco Pagliaro
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