Entre sábanas (II)
Remontamos la cima del deseo,
y desplomados en quietud sedosa,
percibimos latidos de dudosa
identificación. Me ves. Te veo.
Escucho tus conceptos. Te sondeo
hasta el fondo del alma silenciosa,
mas sólo en esta aurora luminosa.
Cuanto fue antes de mí no lo rastreo.
Mi vida empieza en ti. La tuya empieza
sólo al momento en que tu pie tropieza
sobre la blanda roca de mi asedio.
No tenemos historia, la forjamos.
Si mutuamente nos aprisionamos,
¿qué somos, sino locos sin remedio?
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