Un día, no sé cómo ni por qué llegaste a mi vida. Llegaste para darle un rumbo distinto, un rumbo que nunca antes había imaginado. Me enseñaste a valorar lo que es una verdadera, pura y compresiva amistad. Junto a tu amistad me sentía feliz, creía que no había nada que pudiera lastimarme, absolutamente nada.
Juntas vivimos momentos inolvidables, existieron esas personas que se interponían en nuestra amistad, estuvieron esas diferencias, las largas e infinitas conversaciones pero más allá de todo nos manteníamos firme con nuestros sentimientos hasta que un día cambió todo por completo.
El día menos pensado, te alejaste de mí; sin darme motivo alguno.
He tratado de superar ese dolor, de acostumbrarme a la idea de vivir sin vos, sin tu amistad pero me doy cuenta que eso es totalmente imposible.
No me acostumbro a estar sin tus consejos, a no saber nada de vos, a no llamarte cuando siento que el mundo se encuentra a mis espaldas. No puedo vivir sin tu amistad, porque vos sos esa persona que me da fuerzas para seguir adelante, vos sos mi sostén.
Nunca lo olvides, siempre estaré aquí, dispuesta a construir nuevamente nuestra gran amistad