¿Has hecho alguna vez algo que sabías que no debías hacer y luego has pasado
días sintiéndote completamente incapaz y derrotado por ello?
A menudo cuando nos arrepentimos de algo que hemos hecho, empezamos a dudar
de nosotros mismos y de nuestra capacidad para cambiar.
Esta sensación puede quedarse con nosotros durante días, semanas e incluso años si la dejamos.
Es una gran trampa del Lado Negativo para no sólo hacernos caer,
sino también impedir que nos levantemos.
Todos somos reactivos a veces; incluso hay momentos en los que somos extremadamente egoístas.
Depende de nosotros si nos quedamos revolcándonos en la negatividad
y torturándonos, o elegimos cambiar.
Cuando hacemos algo mal, nuestras cabezas pueden llenarse rápidamente de preguntas como:
¿Por qué ha ocurrido esto? ¿Cómo puedo haber hecho algo así?
Pueden parecer preguntas inteligentes, pero la clave para nuestra transformación y nuestra plenitud espiritual
es preguntar: ¿Cuándo empezaré a trabajar para mejorar las cosas?
La respuesta puede –y debe– ser siempre: "¡Ahora mismo!", por muy hondo que hayamos
podido caer hace cinco minutos. Adoptar el compromiso de intentarlo de nuevo
e intentarlo con más fuerza que antes es lo que nos reconecta con la Luz.
No debemos olvidar o ignorar el daño que nuestras acciones negativas han causado,
pero la perseverancia no es algo que deba posponerse.
Lo que realmente cuenta no son nuestros éxitos, sino lo que hacemos con nuestros fracasos.
Ningún hombre ha ganado una maratón o un campeonato del mundo
sin haberse caído o sin haber perdido algunos partidos.
Nunca te rindas.
Te dire un secreto: el momento más oscuro es siempre antes del amanecer.
Cuando estás colgando de un hilo con todo en contra tuyo y sientes que no
puedes aguantarlo un minuto más, ahora no es el momento de rendirte porque
es el momento en que la Luz está a punto de ser revelada.
No podemos permitirnos olvidar que con certeza y con la
Luz no hay nada que no podamos hacer. Nada.
Todo lo mejor,
Autor: Yehudá Berg
Fuente: Sendero Espiritual
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