Había un viudo que vivía con sus dos hijas, curiosas e inteligentes.
Las niñas siempre hacían muchas preguntas.
Él sabía responder algunas, otras no.
Como pretendía ofrecerles la mejor educación,
mandó a las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina.
El sabio siempre respondía a las preguntas sin la menor vacilación.
Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar
una pregunta que él no sabría responder.
Una de ellas apareció con una hermosa mariposa azul que utilizaría
para engañar al sabio.
- ¿Qué vas a hacer?, preguntó la hermana.
- Voy a esconder la mariposa en mis manos y voy a preguntar al sabio
si está viva o muerta. Si él dijese que está muerta,
abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré.
Y así, cualquiera que sea su respuesta, será una respuesta
equivocada.
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio,
que estaba meditando.
- Tengo aquí una mariposa azul, dijo una de las hermanas.
Dígame, ¿está viva o está muerta?
Con mucha calma, el sabio sonrió y respondió:
- La respuesta está en tus manos.
( Jorge Bucay)
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