EL AÑO NUEVO
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Soy el Año Nuevo,
vengo a ti puro e
inmaculado; acabo de salir
de las manos de Dios.
Cada día es una perla
de gran precio que te es
concedida para que la
ensartes en el hilo de
plata de la vida.
Una vez ensartada,
ya no puede desenhebrarse
jamás; queda allí como un
testimonio inmortal
de tu fe y de tu destreza.
Debes fundir entonces, cada
minuto, como eslabón dorado
a la cadena eterna de las horas.
En tus manos te han sido
entregados riqueza y poder
para hacer de tu vida
lo que quieras.
Te doy, libremente y sin
reservas, doce meses gloriosos
de lluvia refrescante como
una caricia y de luz
de sol con fulgores de oro.
Los días, para trabajar y
recrearte en la belleza
de las cosas;
las noches, para que duermas
con un sueño tranquilo.
Todo lo que tengo te doy
con amor que no
puede definirse.
Todo lo que te pido es que
no permitas que nadie,
profane tu fe ni
oscurezca tu visión.
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