Muerde el deseo, las innombrables ansias,
corren caricias y a fuerza postergadas
mal disimulan el cúmulo de esperas
contra un reloj en cadenciosa danza.
Busca refugio una explosión de anhelos
y la absurda impaciencia se apresura
hasta el mañana imperturbable y necio
que esconde sus pisadas una a una.
Y sin poder disimular el miedo
ni contener la inevitable llama
suelto un temblor de pétalos de fuego
para alcanzar el beso que me aguarda.
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