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General: DEMETER, UNA MADRE (versión libre)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Jove  (Mensaje original) Enviado: 10/02/2010 23:22
Jove1947Jove1947
Nuevo usuario

Mensajes: 226
Desde: 08/May/2009
#1 ·
DEMETER, una Madre (relato, versión libre)

Demeter, es una de las inmortales del Olimpo que siempre me ha enternecido.

 

Había tomado la forma de una mujer bastante mayor y solo sabía suspirar, sintiendo a punto de agotarse sus fuerzas. El sol brillaba con intensidad en el cielo de porcelana azul. Helios la acariciaba. Pero ella en lo único que pensaba era en la forma de saltar el vallado que conduce al mundo de las sombras, bajo tierra, al que ningún dios jamás ha entrado.

Nunca olvidaré la tristeza que padecía Demeter aquella tarde en Eleusis.

 

demeter.jpg Mother Demeter image by Lucelucy

 

Las cuatro hijas del Rey Celeo, de Eleusis, llegaron adonde estaba esa anciana, en busca de agua de la fuente que allí brotaba. Reían, hablando de su hermanito recién nacido, Demofonte, cuyas diarias novedades festejaban. Al verla no supusieron su condición divina pero las atrajo la dulzura del gesto de aquella anciana con aspecto de sierva.

 

   -¿De donde eres? -le preguntaron, rodeándola palpitantes de curiosidad.

 

   -Vengo de Creta  -la inmortal no quiso referirles su cruel desgracia ¡tanto le recordaban esas jóvenes a su hija! ya debería tener la edad de ellas- Al fondear aquí la nave de los piratas que me raptaron, logré escapar.

 

   -Pobre... -una de las jóvenes recostó sus bucles en el hombro maternal -¿qué podríamos hacer por tí?

 

Volvió a suspirar Demeter ¡Tan tierna habría sido Kora con ella, como esas niñas!

 

   -¿No conocéis, hermosas, algún lugar donde necesiten una nodriza para un recién nacido? -solo calmaría su angustia el sentir entre sus brazos, contra sus pechos, un cuerpecito al que amar- Podría cuidar la casa, tender la cama del señor, ejercitar a las esclavas en el trabajo... -ofreció.

 

   -Tendríamos que preguntarle a mamá -dijo la mayor a sus hermanas. Excitadas, las cuatro corrieron a Palacio y rodearon a Metanira, su madre, rogándole, implorándole que ocupe a aquella anciana.

 

   -Es tan dulce...

 

   -Y tan pobre...

 

   -Y vieras, mami ¡tiene un gesto tan noble...!

 

   -Podría cuidar a Demi... ¡se la vé tan maternal!

 

   -Bueno, bueno, niñas... conducidla a Palacio. Si es como decís, veré de qué sirve en casa ¡bueno sería contratar una nodriza para vuestro hermano! -y las contempló irse corriendo.

 

"Como ciervas o terneras que saltan en el prado cuando han comido hasta el hartazgo, así las jóvenes, sujetando los pliegues de sus graciosas túnicas, corren por el hundido camino. Sus rubios cabellos les flotaban en los hombros, como la flor de azafrán"*

 

Cuando Metanira vio, en la puerta, de la mano de sus hijas, a esa mujer todavía fuerte, supo de inmediato que era de aquellas fieles y vigilantes, que saben hacer trabajar a los esclavos y que evitan el despilfarro al saber guardar bien las llaves. Pero advirtió algo más. Sin siquiera haber cruzado palabra comprendió que la embargaba un dolor indecible. Y más aún. Que era una treisteza tan grande que no había mortal que pudiera así sufrirla.

 

    -Idos, hijas -alejó a las niñas e invitó a entrar a la recién llegada.

 

Metanira cedió a la diosa su sitial de reina y de ama de la casa. En vano insistió. Demeter ocupó un asiento cubierto sólo de una zalea.

 

Y allí quedaron ambas en silencio.

 

Cuando quedaron a solas, Demeter se reveló en toda su divinidad a Metanira que se postró en su presencia.

Demeter.jpg Demeter image by BarkyInBree

 

Pero Demeter alzó a la reina por una mano, con dulzura, y volvió a su forma anterior.

 

Sin sobreír, sin aceptar alimento ni bebida se consumía Demeter en su dolor al reconocer, en ese ámbito, el ya lejano hogar donde amara a la pequeña Kora. Esa hija que tanto había buscado desde que la dejó con las jóvenes oceánides juntando flores perfumadas, rosas, azafrán, iris, jacintos a orillas del mar.

Persefone13.jpg Perséfone 13 image by EreshkigalPrincess 

 

 

Recién al décimo día la dulce Hecate le había dicho, conmovida por su dolor, que ella había oído un grito de Kora. Esto había confirmado a Demeter que ese eco por ella escuchado era el del llamado de su hija. Pero Ecate no había hablado más. Tenía miedo. Demeter comprendió que la desaparición de su hija debía haber sido dispuesta por alguien muy poderoso. Tal vez el propio Zeus, padre de la niña.

En eso pensaba cuando una sirvienta entró en la sala donde estaban Demeter y Metanira.

 

*Himno Homérico, según transcripción en Meautis, Geroges, Mitoligía Griega, 1998.

(continúa)


Mensaje viejo05/Jun/2009 18:25 GMT+1
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Jove Enviado: 10/02/2010 23:32
Jove1947Jove1947
Nuevo usuario

Mensajes: 226
Desde: 08/May/2009
#1 ·
DEMETER, una Madre (versión libre, relato, final)

Cuando la sirvienta entró en la sala y vio a su reina y ama, Metanira, y a esa mujer madura que Demeter aparentaba ser, sumidas en congoja, sintió que no era hora de unirse a su dolor. Con desparpajo comenzó a contar historias risueñas, chascarrillos que rozaban la impertinencia, humoradas que -aunque torpes y subidas de tono-, dichas con tino, lograron hacer reír a Demeter.

 

Así quedó, la diosa, en el palacio del rey Celeo, de Eleusis.

 

 

Allí tuvo el consuelo de poder prodigar todo ese cariño que latía en su seno al pequeño Demofonte.

Tanto fue su amor, que "lo ungía con ambrosía como si fuera hijo de un dios y le soplaba suavemente, cuando lo llevaba en brazos. Durante la noche, a menudo lo escondía como una tea bajo el fuego ardiente, a escondidas de sus padres, y para ellos era cosa maravillosa ver que crecía como una rama nueva y se parecía a un dios"*.

 

Demeter estaba tan feliz que diariamente agradecía a Helios, a quien consideraba su único amigo.

 

 

Lo que voy a confiaros ahora es la verdad de esta historia. Algo que los mortales nunca han entendido bien, ni siquiera los poetas, inventando mil razones para explicarlo. Tened presente que estos sucesos ocurrieron muy al principio de la historia olímpica, cuando ningún dios se había vinculado aún con los mortales.

 

 

Helios había sido el único que había tenido el valor de decir la verdad a Demeter acerca de lo sucedido con su pequeña hija, Kora. Cuando vio a Demeter desesperada buscándola, él le había confiado que, aquella tarde, cuando Kora había quedado jugando con las Oceanides, la pequeña había visto un narciso, que Gea había hecho crecer, extaordinariamente hermoso.

Kora había querido cortarlo pero, en ese momento, se había abierto la tierra y de ella había emergido el mismo Hades.

Hades había raptado a Kora.

Helios había presenciado cuando la niña gritaba llamando a su madre y a Zeus, su padre, hasta que Hades la sumió bajo tierra, en el mundo de las sombras al que no accedían otros dioses ni Demeter podría llegar jamás.

Zeus no había auxiliado a su hija, porque él había pedido ese rapto a su hermano, Hades.

 

 

-¿Por qué tanta crueldad? -recuerdo que gritó desgarradoramente Demeter.

 

 

-Mi querida amiga... -fue la respuesta de Helios- Todos los dioses somos muy buenos, pero hay cosas que no pueden consentirse. Una de ellas, esa afición tuya a vincularte con los mortales. Zeus es el responsable del orden olímpico...- procuró explicar.

 

 

-Pero Kora es una niña aún... -lloraba la madre- ¿Por qué a ella y no a mí....?

 

 

-Te comprendo -los rayos solares procuraban entibiar con sus caricias el corazón de Demeter- Pero así lo ha dispuesto Zeus. Tal vez si cesaras en esa actitud tuya y regresaras al Olimpo...

 

 

-¡Jamás! -se había erguido la madre de los trigales y de la tierra fructífera- ¡Me debo a las cosechas! ¿Qué harían los mortales, a quienes prometí los cultivos, si ahora los abandono?

 

 

Demeter, encendido el rostro al recordar esa conversación, miró a Demofonte que tenía en sus brazos.

Cesó en sus pensamientos y tomó una decisión.

Haría de ese niño un inmortal. Así -y esto nadie lo sabe- aunque la obligaran a regresar al Olimpo, estaría su hijo de leche en la tierra para cumplir su misión.

 

 

Encendió, entonces, una gran hoguera, que consagró con su poder mágico para que, sin dañar al hijo de Celeo, quemara todo lo de humano que quedaba en él.

 

 

En eso estaba cuando llegó Metanira y vio la escena con terror visceral.

 

 

-¡Demofonte! ¡Hijo mío! -gritó, al ver al niño en las llamas, y quiso arrebatarlo de las manos divinas.

 

 

Esa intervención de la mortal destruyó el efecto de la ceremonia.

 

 

Demeter, cargada de ira, se reveló en todo su esplendor divino, arrojando al niño a un lado.

 

 

-¡Ahora, por tu culpa, será mortal y correrá la suerte de los mortales! -dijo, terrible. La belleza de su cabellera rubia como el trigo radiaba, iluminando el palacio como un rayo y exhalaba toda ella perfumes exquisitos.

 

 

Las cuatro hijas de Metanira y Celeo acudieron al escuchar todo esto y ver esa luz. Su madre estaba postrada en profundo horror y llantos por la ofensa inferida a la diosa y por todo lo que había hecho perder a su hijo.

Viendo a su hermano, desconsolado, llorar en el suelo, una comenzó a mecer al niño, otra quería bañarlo para que cese su llanto, la tercera se desvivía en caricias.

 

 

-¡Oh, diosa! -se atrevió la mayor- ¿Cómo podemos nosotras ser nodrizas de un niño que ha recibido tus caricias? ¡Muy inferiores somos a tu maternidad amorosa!

 

 

Llegó en ese momento el rey Celeo y, al comprender lo que pasaba, pstrado el rostro en tierra, juró a la diosa levantarle allí un templo.

 

 

Conmovida, Demeter consintió en quedar en Eleusis y habitar el templo que Celeo le construyera y prometió que Demofonte, pese a que sería mortal, su nombre no se olvidaría nunca, por haber sido amamantado por una diosa.

Pero, resentida con los dioses, por no devolverle a su hija, y con los mortales, por la afrenta recibida, se negó a que crezca más el trigo.

 

 

Al anoticiarse Zeus de que en Eleusis no creía más el trigo supuso inmediatamente que Demeter no debía ser ajena a ello.

Desde que había pedido Helios que secuestrara a Kora para lograr que Demeter cejara en sus actitudes en favor de los mortales, no había tenido noticias de ella.

 

 

Cuando se enteró bien de lo sucedido, Zeus temió que ese conflicto de Demeter con los mortales llegara a mayores. Que esa madre herida no dejara crecer el trigo en toda la tierra y que todo ello culminara en una confusón entre dioses y mortales más grave que la que había querido evitar.

 

 

Así, por medio de Hermes, comunicó a Demeter que le restituiría a su hija si ella, por su parte, consentía en regresar al Olimpo y hacía crecer nuevamente el trigo en Eleusis. Sólo lo último aceptó Demeter, así como en comunicarse con los mortales únicamente en el templo. Mas no en retornar al Olimpo y ababdonar los trigales.

 

 

Pero fue Hades el que se opuso a devolver a Kora. Enamorado de la bellísima y joven diosa, a quien llamaba Persefone, no quería dejar que volviera con su madre.

Persefone10.jpg Perséfone 10 image by EreshkigalPrincess

 

Persefone, igualmente, no aceptaba dejar su rango de grave diosa de los infiernos.

 

 

 

 

Fue una hábil maniobra de Zeus la que logró el acuerdo.

 

 

Persefone permanecería un tercio del año con Hades y el resto, con su madre.

 

 

De tal modo, durante un tercio del año las plantas no germinan pero, el reencuentro de madre e hija, Demeter y Persefone o Kora, es la fiesta de la primavera.

 

 

Porque Demeter, en invierno, como todos los dioses del Olimpo, sufre nuevamente con intensidad divina, si no la muerte, la separación, de origen tan injusto, de aquella hija a la que ama.

 

 

_____________________

Abrazo con ternura a todas las madres, especialmente a las separadas injustamente de sus hijos

 

 

Jove

 

 

* Himno Homérico a Demeter, citado por Meautis, G., en Mitología Griega... pág. 95.


Mensaje viejo05/Jun/2009 22:59 GMT+1
Viajero196Viajero196
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Mensajes: 643
Desde: 01/May/2009
#2 ·
RE: DEMETER, una Madre (versión libre, relato, final)

Hola Jove:

Gracias por traer por aqui este hermoso drama del Olimpo. Al fin y al cabo los Mitos, revelan al hombre, si poseen la llave para interpretarlos, las grandes verdades universales.

Un abrazo.

El Viajero.




 
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