Esta es una historia conmovedora.
Una mujer, María, un día se enteró de que tenía cáncer de mama. Ella tenía la certeza de que no iba a superarlo. Se programó una doble mastectomía para ella. La noche anterior a su cirugía, ella abrazó a Lucky, su perro y pensó ¿qué será de ti cuando yo ya no esté?... ¿Se quedaría mi esposo contigo?, no estaba segura, él no amaba tanto a los animales como ella, no tendría tiempo de atenderlo como hacía ella. La idea de que lo abandonara le hizo esos momentos más tristes.
La operación fue muy complicada. María estuvo hospitalizada más dos semanas. Durante ese tiempo, su esposo sacaba a pasear a Lucky cada tarde, pero el perro se mostraba reacio, triste, desanimado. Extrañaba a María.
Finalmente, María regresó a casa. Estaba agotada, tanto que no alcanzó a llegar hasta su cama. Su esposo la ayudó a acomodarse en un sofá y salió de la habitación. María vio a Lucky echado en un rincón y le hizo una seña para que se acercara, pero el perro se quedó donde estaba. María se puso triste, pero ya no insistió, se sentía tan débil. Pronto se quedó dormida.
Cuando María despertó, sintió un peso encima de ella. Al principio se asustó, pero después comprendió lo que pasaba: estaba cubierta totalmente por los juguetes y pequeñas cosas que Lucky tenía acumulados en el sótano. El fiel perro había estado trayendo, mientras ella dormía, sus cosas queridas, sus tesoros! El la había cubierto de su amor, así como él sabía expresarlo.
María ya no pensó en morir. Se fue recuperando y daba paseos cada vez más largos, junto a su querido y fiel amigo, que seguía recolectando tesoros y guardándolos en el sótano. Para María él era el tesoro mayor.
Hay muchas personas en el mundo que se sienten solas, y más aun cuando están enfermas, sus familias no les demuestran cariño ni comprensión. A veces, el cariño expresado por un perro, llena lo que los seres humanos no saben llenar. Ellos sí saben estar con nosotros en salud y en enfermedad.
Lucky