Entre todos los tangos cuya letra apostrofaba a distintos personajes con vicios o defectos –como "Haragán", "Niño bien", entre muchos otros– hay uno que critica a una figura que, precisamente, no normbra: el gigoló.

¿Qué es un gigoló? Un hombre que enamora a mujeres por precio o regalos y vive de ello. Ejerce una forma de prostitución, al modo del hetairismo que en las mujeres se da sin la promiscuidad cotidiana de la ramera, sino manteniendo dos o más relaciones con hombres pudientes que les hacen regalos de mucho valor y sobre los que normalmente tienen mucha influencia.

En la época que va del 1810 al 1825 o ’30, la necesidad de ascenso social de los jóvenes de los barrios humildes de Buenos Aires se satisfizo, en muchos casos, con este vil oficio.

Este tango, fue compuesto por Ramón Collazo para que lo cante Rosita Quiroga con su peculiar estilo rante y arrabalero, es decir, para que quien apostrofe al gigoló sea una mujer de su ambiente originario.

Rosita Quiroga

Se llama,precisamente, "Pato", que es como se le decía a quien no tiene dinero o vento: "fui a las carreras, perdí todo el vento, quedé pato" o también "quedé seco".

La chica lo ve pasar con aires de bacán (persona económicamente pudiente) en una voituret copera. Voituret era un modelo de automóvil decapotable, de dos puertas y dos asientos y con dos asientos más en lo que en otros autos es el baúl. Hé aquí un Ford V8 Roadster, conocido en Buenos Aires como Voituret Ford:

Era un auto para la juventud pudiente, muy atractivo y que dominaba ("copaba") todas las miradas al pasar, por eso era "copera".

Cuando el muchacho ve a su antigua amiga del barrio humilde, disimula, "se hace el gil", pues se avergüenza de ella. La chica advierte cómo se ha empolvado el rostro. El gigoló debía cuidar su elegancia al extremo, llegando incluso a maquillarse, a peinarse con fijador (había uno marca "Gomina" que le daba el nombre a todos) para disimular su cabello crespo u otros rasgos de su origen pobre, y parecer un fifí, un elegante de delicadeza amanerada de los que concurrían a lugares finos como el viejo cabaret "Pigall" de Buenos Aires.

La chica le espeta que así como hoy es "milonguero" (baila bien el tango) y "compadrón" (ostenta su imagen elegante), cuando la mujer que lo mantiene, lo abandone ("le de el espiante", lo eche), regresará a la esquina del barrio, a pedir para comer (a mangar para el bullón).

Luego hace un lamento de la pérdida de identidad del muchacho. Ya no es rante (que viene de "atorrante", persona que haraganea y sabe sobrevivir con habilidad, dicho como elogio por un igual), es un otario (tonto, fácil de engañar), un otario de la vida que lo hizo creer que así ha ascendido socialmente, por lo que le recuerda que la misma vida con su ir y venir, un día lo devolverá al barrio.

Este tipo de temas, moralizantes o, tal vez mejor dicho aconsejantes con sentido común para el que pierde el rumbo y se presume que arruinará su vida, es frecuente en el tango. ¡No solo de lamentos por el abandono de la amada se arman las letras de tango!

La versión, bien "compadrona", de Rosita Quiroga está en esta dirección:

http://www.todotango.com/spanish/las_obras/letra.aspx?idletra=1836