EL WON TON DE VERDURAS
-¡Sabes que no me gusta el won ton de verduras!
-¡Mo! -observó la elegante señora Siu- La señora Ho tuvo la amabilidad de invitarnos...
-¡...con won ton de verduras!
-Aceptar una invitación, aunque desagrade, es de sabios y aumenta la sabiduría -sentenció la elegante esposa.
El señor Siu, sin escuchar, terminó de arreglar su corbata y siguió a la elegante señora, mascullando protestas.
***
-Mira -estacionaba ya, el señor Siu, su automóvil- El viejo Ho está sentado en el umbral de la puerta. El hijo tiene una empresa con sede en Los Ángeles y él... ¡como un pordiosero!
-El anciano señor Ho sigue siendo venerable -fue toda la respuesta de la elegante señora Siu.
-Perdona, sé que tú añoras las viejas tradiciones -se disculpó, no sin cierta ironía, el señor Siu- Pero... mira... el “anciano señor Ho” contempla a ese otro viejo, sentado en el umbral de la casa de enfrente...!
-Es el anciano señor Leung -por primera vez se notó molestia en la voz de la elegante señora Siu.
***
-Li -entregó, la elegante señora Ho, una porción de won ton de verduras a su deliciosa hija- alcánzale al abuelo.
La deliciosa joven se irguió y salió a cumplir lo que se le requería.
-No come si no se le alcanza -explicó el señor Ho, en tono de disculpa, a sus invitados- No lo hace, mientras el viejo Leung tampoco se mueva del umbral de su puerta... ¡Tú sabes, Mo-Wan Siu, cómo son los viejos y sus creencias!
-Calla -susurró la delicada señora Ho a su esposo- Va a regresar Li y tú sabes que no quiero que hables así de tu padre delante de ella.
-No va a ser menos buena por no reverenciar absurdos del pasado... -protestó el señor Ho- Mira tú lo que está sucediendo -se dirigió al señor Siu- Mi padre y el viejo Leung eran amigos, muy amigos. Hará diez años, mi hermana, que iba a casarse con el hijo mayor de Leung, qudó embarazada y, contra todas las tradiciones, ni ella ni su novio quisieron contraer el enlace.
-¿Eso fue todo? -preguntó atónito el señor Siu.
-Mi padre dijo que el embarazo era responsabilidad del hijo de Leung, que no había aceptado la paternidad, por desconfianza. El viejo Leung, que ese embarazo era de otro, un tal Lee, que por entonces buscaba seducir a mi hermana. Así, el viejo Leung culpó a mi hermana por haber cedido. Eso enemistó a ambos viejos y ¡nunca más se hablaron! ¿Puedes creerlo? Ahora están ahí, mirándose, esperando...
-¿Qué esperan, Ho? -preguntó el señor Siu, probando otro bocado del won ton de verduras, con visible desagrado.
-¡Te vas a reír, Siu! ¿Recuerdas? "Siéntate al umbral de tu puerta..."
-"...y verás pasar el cadáver de tu enemigo" -acompañó el señor Siu la risa que había comenzado el señor Ho, bajo la mirada de reproche de ambas esposas- ¡Pero siempre va a morir uno primero...! -dijo de pronto, cuando calmó su risa.
-Ya sabes como son los viejos... -reía aún el señor Ho- Mi padre dice que los dos van a ver el cadáver de su enemigo...
-¡Eso es un imposible! -insistía en demostrar el señor Ho- ¡Así murieran juntos, ninguno va a ver el cadáver del otro...!
Aún reían ambos cuando entró la deliciosa Li, agitado su blanquísimo rostro.
-¡El Abuelo! ¡El Abuelo! ¡Se ha parado y se ha ido! -dijo, con desolación en sus negros ojos, la deliciosa niña.
-¡Se puede extraviar! -se irguió con alarma el señor Ho y salió urgido, seguido por el señor Siu.
Tampoco estaba, sentado en el umbral de la casa de enfrente, el anciano señor Leung.
El señor Ho y el señor Siu, en el automóvil de éste, recorrieron las calles vecinas. Pero todo fue en vano. El anciano señor Ho parecía haber desaparecido. El señor Ho protestaba, desquiciado, transpirando, contra las manías de su padre.
-Espera -dijo, de pronto, el señor Ho al señor Siu, señalando un grupo de gente- Debe haber muerto el viejo Leung ¡mira, allí, ese cortejo fúnebre!
El señor Ho giró en redondo, volviendo sobre la marcha de su automóvil, y alcanzó el cortejo.
El anciano señor Ho y el anciano señor Leung caminaban juntos, erguidos, solemnes, rozándose sus codos.
Era el cortejo del joven señor Lee, recién fallecido, que había pasado frente al umbral de la casa de ambos ancianos.
***
De regreso al hogar del señor Ho, el señor Siu comió con elegante corrección su won ton de verduras, bajo la mirada discretamente triunfal de la elegante señora Siu.
(C) by J.L.D.
La Plata, Argentina, 5-4-2010
________
Un fuerte abrazo
Jove