AVENTURAS CON EL CACHO.
La casa embrujada.
Reunidos en un potrero con una fogata en medio, para atemperar el frio que ya en abril se hacia sentir, El Loco, Fatiga. El Cacho y yo, contàbamos cuentos del lugar. De cosas que los vecinos consideraban misteriosas.
--Te acordàs Cacho la vieja Remigia? Esa si era bruja, pero bruja de verdad.
-Si una vieja que vivìa muy cerca del arroyo Muniya. Me acuerdo que su casa era de latas.-Dijo el Cacho.
--¿Como de latas?, pregunto el Loco.
-Si - agreguè yo- Con latas de kerosenne. De esas de 40 litros.
-Las brujas no existen y los fantasmas son todas mentiras , no sean ignorantes- expresò sabiamente Fatiga.
-¿Que sabes vos?,- dijo el Cacho- Aqui no mas, cerca detras de la quinta, ¿acaso no hay una casa abandonada habitada por fantasmas?
-Que va, que va, son mentiras de la gente. Y si no, vamos a ver.
-Vamos- se animò a decir el Cacho,
-Yo tambien voy, dije yo.
-Yo- dijo el Loco- me voy a casa, por que es muy tarde y me retan.
El Cacho, Fatiga y yo nos levantamos y empezamos a caminar rumbo a la casa abandonada.
Al cabo de caminar unas cuadras, en medio ya de la oscuridad de la noche que se nos vino encima, divisamos la famosa casa de los fantasmas.
Era un propiedad de buena construcciòn. Los chicos del barrio de tanto apedrearla le habìan roto algunos vidrios de las ventanas, Por la parte trasera habìa un puerta a medio abrir. Por allì seguramente entrarìa dormir algun vago. Luego de saltar el cerco los tres nos metimos en el terreno y fuimos a la parte posterior.
-¿Quien se anima a entrar?-
-Yo entro- dijo Fatiga.
-Esperen, miremos primero un poco, no sea que haya algùn perro rabioso - dije- con mas miedo que otra cosa.
No pusimos a mirar para el interior, oscuro como boca de lobo. En el fondo de lo que serìa talvez un living en otros tiempos, vimos dos luces amarillas, que se movian, parpadeaban. Estas luces misterosas hicieron que se debilitaran nuestras ganas de avanzar por allì.
La fantasìa imaginativa agregada al miedo que todos sentiamos, hacia de aquello un misterio. a pesar de todo ninguno querìa ser cobarde y quedar mal luego con la barra, asi que nos apropiamos de un fierro, que habìa por alli tirado y nos metimos en la casa.
Avanzamos hacia las luces, estas se movieron mas agilmente entonces...
de pronto en la oscuridad se oyò un chillido y un gato saltò de una vieja mesa desvensijada que allì habìa. Casi le cae encima al Cacho que se llevò el susto de su vida.
--¡Jajajajaja- se riò Fatiga- era eso, solo los ojos de un gato!
Nos reimos todos y salimos de allì. Pero al resto de la barra al otro dia le contamos una historia muy distinta. Por supuesto en ella eramos unos heroes.
Un abrazo de
El Viajero.