Hola:
Con el tiempo la vida ha ido cambiando. A tal grado que los tiempos de hoy nada que ver con el de nuestra niñez. Es como si hubiéramos traspuesto las puertas del tiempo. Es otro mundo. Quizás por eso le es tan difícil a la gente joven comprender ciertas cosas. Por ejemplo ¿cuantas ocupaciones se llevó el tiempo? El relojero, el sastre, el cochero, el colchonero a domicilio, el verdulero de canasta, el frutero con su Carro, el lechero a la mañana en la puerta. La botella de leche después, la retreta en las plazas del pueblo los domingos e incontables cosas mas. Unos de los personajes que existían eran los ·torteros". Si lo torteros que pasaban a la tarde, a la hora del mate, ofreciendo sus mercancías.
-¡Y llegando la hora del mate/ tengo las galletas de chocolates!
-¡Alfajorero!.
Uno de estos buhoneros mercantiles era Don Goyo Aguilar. Conocido en todo el pueblo como: El tortero del pueblo, famoso por sus bollos de azúcar negra.
Don Goyo vivía solo en su humilde casita. Temprano se levantaba e iba a la panadería a ayudar a hacer la limpieza. Luego almorzaba con la familia del panadero, llenaba su canasta con las mercaderías de reventa, se iba a dormir la siesta y al 15:30 en punto salía a vocear su producto, changa aparte que le permitía vivir su humilde vida sin muchas pretensiones.
Una mañana no apareció por la panadería. Este hecho llamó inmediatamente la atención por su gran puntualidad y gran cumplimiento en su trabajo.
De manera que los dueños del establecimiento mandaron un empleado a la casa para que viera que le había pasado.
El empleado, llegado a la vivienda, empujó la puerta de la vivienda que cedió al menor empuje. Atravesó un pequeño lugar y llegó al dormitorio. Don Goyo Aguilar yacía aun en su lecho. Lo sacudió pero este no dio signos vitales. Lo llamó a los gritos y no respondió. Entonces comprendió que estaba muerto. La noticia corrió por el pueblo. Vinieron primero los dueños de la panadería, luego un medico que hizo el examen y el certificado de defunción, el comisario en persona, el cura que quería rezar el rosario a toda costa, las lloronas del barrio, una nube de curiosos. Y entre llantos cuentos y anécdotas de Don Goyo, finalmente se lo llevó al cementerio, luego de velarlo unas horas. Por lo extraño de su muerte se decidiò por unanimidad no enterrarlo sin hacerle primero la autopsia. De manera que fue a parar a la morguera del cementerio. Allí quedó ya al caer la tarde.
Muy cerca del amanecer se despertó de un extraño sueño Don Goyo. Su terror fuè enorme al encontrarse dentro de un cajón. Por suerte empujo la tapa del ataúd y esta cedió al mínimo empuje. De manera que hizo fuerza y pudo ver en la penumbra donde se hallaba en la compañía desagradable de otros féretros. En seguida se hizo cargo de su situación y lejos de gritar o crisparse estudio la forma de salir de allì. Bajo de la mesa de mármol en que estaba y se dirigió a la puerta, que estaba prendida con alambre. Desató este y salió a exteriores al aire puro de la mañana. Sintió un gran alivio al sentirse vivo y sano.
Caminó hacia la administración unas cuadras de allí y al llegar allí la encontró cerrada. Hombre ágil por su constantes ejercicios diarios de caminatas, no encontró dificultad en trepar por una pared y salir a la calle. De allí a su casa fue rápido su llegada.
A las siete de la mañana, como todos los días, Don Goyo Aguilar se presentó en la panadería a cumplir con sus tareas. Grande fue el asombro de la gente de allì en verlo entrar. No sabían si estaban soñando o era el fantasma de Don Goyo lo que estaban viendo. Finalmente todo fue atribuido a un milagro de resurrección. De allí en adelante le llamaron Don Goyo, el resucitado. Y hasta el ingenio popular le creò una pequeña copla:
Tres cosas en esta vida
He visto resucitar:
Carnaval y Jesucristo
Y el viejo Goyo Aguilar.
Que tengan un buen dia.
El Viajero.