LOS CATALANES EN LA REVOLUCIÓN DE MAYO
En Argentina estamos celebrando los doscientos años de la Emancipación ocurrida el 25 de mayo de 1810.
Durante la década de 1990 visitaba yo las ruinas de Chichén Itzá, en la Península del Yucatán, en México.
Cuando el guía, que decía ser maya, atribuyó la conquista de América a "los peninsulares", se alzó una voz que dijo más o menos así: ¡No! ¡Los catalanes también somos peninsulares y hemos sido tan víctimas de la conquista como vosotros…!
…
Ahora vayamos a 1810.
Don Fernando VII
El Rey de España e Indias don Fernando VII era cautivo del imperio napoleónico y en enero se había disuelto la Junta Central Gubernativa de Sevilla que, contra el títere impuesto por el emperador francés, a partir del triunfo de Bailén –en que combatió el argentino José Francisco de San Martín–, había anulado la abdicación del rey y gobernaba en su nombre.
En lugar de la disuelta Junta se organizó el Consejo de Regencia de España e Indias pero, por falta de quórum al no haberse presentado uno de sus miembros, Monseñor Quevedo y Qintano, la autoridad en Indias no era clara.
Grito de Dolores
En el Norte, en México, previéndose la propagación de la invasión napoleónica a esas tierras, el Grito de Dolores con Hidalgo y Morelos "¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno! ¡viva Fernando VII!" proclamaba la actitud del Reino de Indias.
Cabildo Abierto
En el Sur, en Buenos Aires, se reunía un Cabildo Abierto, esto es, no restringido a las autoridades ordinarias, sino ampliado a los habitantes de la Ciudad, nombrando una Junta de Gobierno presidida por el Virrey y, tres días más tarde, el 25 de Mayo, se la reemplazaba por otra, presidida ya por un criollo.
Ésta asumía la regencia por ausencia del Rey, desconociendo la autoridad de los órganos peninsulares. Para ello se partía de que el legítimo Rey de España –don Fernando VII– recibía la monarquía de Castilla e Indias de su antecesora, la Reina Católica doña Isabel de Castilla, por lo que el Virreinato del Río de la Plata no dependía de España sino de don Fernando. Por eso, el nombre de esta Primera Junta era «Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII».
.
Juan José Castellli Mr. Benito Lue
El debate fue claro, ya en el Cabildo Abierto del 22 de mayo. El Obispo de Buenos Aires, el asturiano Monseñor Benito Lué y Riega, defendió la tesis de que el Virreinato del Río de la Plata era una colonia del pueblo español, de cuyo gobierno quedaban excluidos los americanos y se mantuvo en la postura que apoyaba la jura al Consejo de Regencia, en el que había un integrante por las Indias.
Por el contrario, Juan José Castelli, abogado, hijo del veneciano Angelo Castelli, que había estudiado en su Buenos Aires natal con los jesuitas del Colegio de San Carlos y luego en el Colegio de Monserrat, de Córdoba, sostuvo la teoría de la retroversión de la soberanía, esto es, que depuesto el Rey, el poder vuelve al pueblo.
Esta posición, según sostienen muchos historiadores, como Enrique de Gandía, no se correspondía con la doctrina de Rousseau, para quien el poder real era ilegítimo, sino con la del Doctor Eximio, el jesuita seguidor de Santo Tomás de Aquino, fray Francisco de Suárez, que ya en el Siglo XVI sostenía la idea de un contrato social y acuñó la frase "vox populi, vox Dei": la voz del pueblo es la voz de Dios, sosteniendo que el poder viene de Dios al pueblo y del pueblo al gobernante.
Primera Junta
En ese contexto nace la Primera Junta Gubernativa. Estaba presidida por el General Cornelio Judas Tadeo de Saavedra y Rodríguez, nacido en Otuyo, Potosí, hoy Bolivia, hijo de criollos, Jefe del Regimiento de Patricios y héroe de la resistencia contra las invasiones Inglesas, en 1806 –un descendiente suyo, Carlos Saavedra Lamas, será Premio Nobel de la Paz, en 1936–.
Sus Secretarios fueron, uno, Mariano Moreno, nacido en Buenos Aires, abogado de tendencia roussoniana, recibido en la Universidad de Chuquisaca, hoy Bolivia. Moreno sostenía la necesidad de independizarse incluso del Rey, enfrentándose con la posición de Saavedra. El otro Secretario de la Junta fue José Esteban Passo o Paso, argentino hijo de un compostelano nacido en Rivas de Mary, en la Puebla de San Pedro de Bugarillo, abogado y profesor de filosofía en el Colegio de San Carlos.
Fueron sus Vocales el Presbítero Manuel Máximo Alberti, argentino, Párroco de San Isidro. El Coronel Miguel Ignacio de Azcuénaga, también criollo, que había estudiado en Málaga y Sevilla y fue el encargado de organizar el Ejército Argentino. Junto con Alberti eran decididos partidarios de Moreno. Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, abogado y economista nacido en Buenos Aires, hijo de Domenico Belgrano, italiano de Liguria. Belgrano había estudiado en España y había sido miembro del Consulado del Virreinato del Río de la Plata; luego asumiría la actividad militar y crearía la Bandera Argentina, muriendo en 1820, en la mayor pobreza, luego de haber donado sus sueldos para construir escuelas. Del Vocal Juan José Castelli ya hemos hablado.
Y aparecen aquí dos catalanes, únicos peninsulares integrantes, como vocales, de aquella Junta de Gobierno.
Juan Larrea
Uno, Juan Larrea., nacido en Mataró en 1782. Se estableció en 1800 en Buenos Aires, participó en la defensa contra las Invasiones Inglesas fundando el Regimiento de Voluntarios de Cataluña. En la Junta adhirió a la línea política liberal roussoniana de Moreno.
Posteriormente presidió la sesión de la Asamblea de 1813 durante la que se anularon los títulos nobiliarios. Impulsó la creación de la primera flota naval argentina, cuyas primeras naves solventó de su bolsillo, perdiendo buena parte de su fortuna.
Dedicó el resto de su vida a la función política, con altos y bajos en su suerte, hasta la decisión trágica de su muerte, en Buenos Aires, el 20 de junio de 1847.
Domingo Matheu
El otro, Domingo Bartolomé Matheu. Había nacido en Barcelona el 4 de agosto de 1765. Graduado de piloto naval, se radicó en Buenos Aires en 1793, con una tienda que llegó a ser uno de los comercios más importantes de la Ciudad. Luchó contra los ingleses tanto en la defensa como en la reconquista, alistado en el Regimiento de Miñones, y luego ocupó la Presidencia de la Junta Grande, en lugar de Saavedra, cuando éste viajó al Norte.
Su fortuna le permitió apoyar las campañas emancipadoras al Norte del país y durante las mismas fue director de la fábrica de armas y fusiles y tuvo también a cargo la confección de uniformes militares, hasta 1817, que se apartó de la vida política hasta su fallecimiento, en Buenos Aires, en 1831.
Por entonces también un catalán por parte de padres -aunque nacido en Murcia, criado en Mataró-, compuso una serie de marchas e himnos para la Revolución, como el Canto Patriótico, el Canto a la Memoria de Mariano Moreno, el Himno Patriótico Original a Gran Orquesta y El 25 de Mayo o Himno a la Libertad, todos en 1812, y el Himno Nacional Argentino, en 1813. Era Blas Parera o Perera. Pero esa es ya otra historia.
Difícil es, desde estas lejanas tierras del Sur, saber si la adhesión de los catalanes a la Revolución de Mayo fue por interés económico –el liberalismo aseguraba para los comerciantes la cancelación del monopolio español–, por ideología política o por un sentimiento como aquél que escuché, en los 90’s, de un catalán en los templos mayas de Chichén Itzá.
Dificultado de ingresar en los corazones de las personas, debo sin embargo concluir en que no fue el solo espíritu comercial. Larrea perdió gran parte de su fortuna y Matheu solventó, hasta donde se, desinteresadamente las campañas militares de la Revolución.
La opción puede ser cualquiera de las otras ¿verdad…?
Conde don Jaume I
Como argentino, agradezco la mente fuerte que mantiene desde sus primeros siglos la identidad marcada por los Usatges de Barcelona, reconocidos por el Conde Jaume.
Un fuerte abrazo
Jove |