AVENTURAS CON CACHO –EL MELòN.
Era pleno enero y el sol pegaba con todo las 11;30 de aquel sábado llegó a mi casa el Cacho. –
-Juan a la siesta te paso buscar para ir al Gualeyán a bañarnos. Vamos con el moro ¿sabès?.
--“Venite” como a la una que están mis “papàs” durmiendo.
--Te espero Cacho.
Se va el Cacho y me voy al galpòn a buscar una bolsa de arpillera que me servirà de apero. La escondo entre unas plantas detràs de la pared.
Como a la hora fijada mas o menos siento el silbido del Cacho. El Cacho arrima el moro contra el tapial del lado de afuera. Trepo por la pared y casi estoy, bolsa en mano, sobre el lomo del animal. Me acomodo en el moro y ambos nos vamos al trote para el lado del arroyo Gualeyàn. Media hora más tarde estamos en medio de una verde vegetación en un remanso del arroyo. Con la ropa interior como si fuera ropa de baño nos zambullimos en el agua helada. Una hora y media chapoteando y tirándonos agua en la cara y cansados del juego nos tiramos en el pasto verde a la sombra.
--A media legua de aquí (Una legua 40 cuadras) està la quinta del alemàn. He visto allí unos hermosos melones maduros. ¿Te parece que saquemos uno?
--Te parece Cacho?
-Uno solo y lo comemos en el viaje de vuelta.
Nos vestimos con la ropa interior aùn húmeda nos subimos al moro y marchamos rumbo a la chacra.
--A poco de andar se divisaba el molino de la quinta del alemàn. Como a una cuadra de allì, por precaución, atamos el moro en un alambrado, a la sombra. Nos encaminamos despacio hacia la chacra. Oteamos hacia la casa y nos parece que están todos durmiendo.. Buenísima ocasión para entrar y sustraer un exquisito melón. Nos agachamos y rectamos bajo el alambrado de púas, rumbo alos melones. Penetramos en la quinta. Yo elijo el mejor melòn que veo me lo pongo bajo el brazo y rumbeo para el callejón. De espaldas a la casa no veo ahora lo que pasa por allì. De pronto suena un tremendo estampido de escopeta miro y veo al alemàn tirando hacia nosotros. El Cacho que estaba mas cerca el callejón se aleja a la carrera.. Yo quiero hacer lo mismo pero me pesa el melòn y no lo largo por nada del mundo. En el apuro se me caen los lentes. Por suerte manoteo entre las plantas y lo encuentro. Me incorporo y salgo corriendo a gran velocidad entre las plantas. De pronto algo detiene la carrera. Algo golpea muy fuerte en mi pecho y corto el alambre de pùas con mi torso. Se me clavaron las púas en el pecho, corrí hacia el callejón. El alemàn, escopeta en mano avanzaba amenazante.
Habiendo cortado el alambrado el paso quedò libre y las piernas no necesitaron que les pidieran nada se movieron solas hacia donde teníamos atado el moro. Subimos al animal y partimos al galope.
Un rato después a la sombra del muro del cementerio cortapluma en mano nos comimos el melòn y yo les aseguro que jamàs en mi vida comì un melòn tan rico como aquel.
Nunca pude dar una explicaciòn convincente en mi casa sobre las extrañas heridas en mi pecho.
Robar no està bien, Eso lo se desde que era niño, muy antes del episodio del melòn. Me dejè convencer por el Cacho quien afirmaba.
--Robar para comer no es robar.
Que tengan un gran fin de semana.
El Viajero.