HOJAS
¿Ves aquel sauce, bien mío, que, en doliente languidez, se inclina al cauce sombrío, enamorado tal vez de las espumas del río?
¿Oyes el roce constante de su ramaje sediento, y aquel suspiro incesante que de su copa oscilante arranca tímido el viento?
Mañana, cuando sus rojas auroras pierda el estío, lo verás, húmedo y frío, ir arrojando sus hojas sobre la espuma del río;
¡Y que ella, en rizos livianos llevando la hoja caída, las selvas cruza y los llanos... para dejarla sin vida en los recodos lejanos!
¡Ah! ¡cuán ingrata serías, y cuán hondo mi dolor, si estas hojas, que son mías, abandonara, ya frías, como la espuma, tu amor!
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