La tarde desfallece. Sobre el río
se ha derramado un cántaro de grana,
mientras que en lontananza, se desgrana
la vaguedad ideal de un sueño mío.
Hay sueños que flotando en el vacío
divagan con los últimos destellos,
y en este deambular, místico y bello,
que palpita en la tarde, canta el río.
Y tu nombre se expande por los cielos.
Ya la noche nos cubre con su velo,
mientras canta el río su canción al viento,
canta tu nombre, canta en mis oídos,
hay perfumes que embriagan mis sentidos
y llevan hacia ti mis pensamientos.
Juan M. Olveira (Viajero)