LA LEYENDA DEL POPOCATÉPETL E IZTACCÍHUATL
En la cosmovisión de las viejas columnas indígenas del México prehispánico y sus descendientes, volcanes como el Popocatépetl, el Iztaccihuiatl, el Citlaltépetl, el Nevado de Toluca y la Malinche, además de otras grandes montañas y cerros menores, son seres vivos, con un pasado protagónico divino o heroico, que conservan poder y que ahora se siguen manifestando. Nuestros volcanes tienen nombre, sexo pasiones y un pasado histórico, desde su nacimiento místico hasta peleas por amores, como lo hacen cotidianamente las personas, aunque han sido adorados como dioses.
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Iztaccihuatl deriva de los vocablos indígenas iztac, “blanco”, y cilhuatl “mujer”, que juntos quieren decir “Mujer blanca”, aunque ahora nosotros la conozcamos con el ya popular nombre de la “mujer dormida”. El nacimiento de l Iztaccihuatl y el Popocatépetl ha dado origen a numerosas leyendas, incluyendo la del idilio de los volcanes, que se remota a la época prehispánica, pero se difundió principalmente durante la Colonia. Ha llegado hasta nuestros días con diferentes versiones, de las que contaremos la más conocida:
Hace tiempo, cuando los aztecas dominaban el Valle de México, los otros pueblos debían obedecerlos y rendirles tributo, pase a su descontento. Un día, cansado de la opresión, el cacique de Tlaxcala decidió pelear por la libertad de su pueblo y empezó una terrible guerra entre aztecas y tlaxcaltecas. La bella princesa Iztaccihuatl, hija el cacique de Tlaxcala, se había enamorado del joven Popocatépetl, uno de los principales guerreros de este pueblo. Ambos se profesaban un amor inmenso, por lo que antes de ir a la guerra, el joven pidió al padre de la princesa la mano de ella sin regresaba victorioso. El cacique de Tlaxcala aceptó el trato, prometiendo recibirlo con el festín del triunfo y el lecho de su amor.
El valiente guerrero se preparó con hombres y armas, partiendo a la guerra después de escuchar la promesa de que la princesa lo esperaría para casarse con él a su regreso. Al poco tiempo, un rival de Popocatépetl invento que éste había muerto en combate. Al enterarse, la princesa Iztaccihuatl lloró amargamente la muerte de su amado y luego murió de tristeza. Popocatépetl venció en todos los combates y regresó triunfante a su pueblo, pero al llegar, recibió la terrible noticia de que la hija del cacique había muerto. De nada le servían la riqueza y poderío ganados sino tenía su amor. Entonces, para honrarla y a fin de que permaneciera en la memoria de los pueblos, Popocatépetl mandó que veinte mil esclavos construyeran una gran tumba ante el Sol, amontonando diez cerros para formar una gigantesca montaña.
Desconsolado, tomo el cadáver de princesa y lo cargó hasta depositarlo recostado en su cima, que tomó la forma de una mujer dormida. El joven le dio un beso póstumo, tomó un antorcha humeante y se arrodilló en otra montaña frente a su amada, velando su sueño eterno. La nieve cubrió sus cuerpos y los dos se convirtieron, lenta e irremediablemente, en volcanes. Desde entonces permanecen juntos y silenciosos Iztaccíhuatl y Popocatépetl , quien a veces se acuerda del amor y de su amada: entonces su corazón que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa un humo tristísimo….. Durante muchos años y hasta poco antes de la Conquista, las doncellas muertas por amores desdichados eran sepultadas en las faldas del Iztaccíhuatl.
ESPERO HAYA SIDO DE SU AGRADO ESTA LEYENDA DE M I TIERRA
BESOS
YORONITA