Algunos conflictos de pareja tienen un origen que podría ser considerado como “bueno”. El esposo, por amor a la esposa, se enfada si ella sigue fumando, si no cuida esa tos crónica, si va a ir a un barrio donde hay pocos policías y muchos ladrones. La esposa, igualmente, está inquieta por lo poco que duerme el esposo y lo mucho que trabaja, por esa mañana que fue a trabajar con un poco de fiebre, por el club que ha escogido con amigos no muy recomendables. En el fondo de estos enfados se esconde, generalmente, el cariño. No queremos que el otro sufra, o que se arriesgue, o que se enferme, o que arruine su psicología, o que haga algo malo. Por su bien, porque le queremos, repetimos una y mil veces los mismos consejos, las mismas súplicas, para evitar males reales o imaginados. |