Para encontrar la luz
es preciso pisar con los desnudos pies
el cristal de la escarcha
para comprender luego al aterido
que duerme en los portales de la indiferencia
donde la riqueza muestra un rubor
de angustia cínica.
Entonces comprenderás que aquella luz
siempre estuvo dentro tuyo
pero que surge ahora esplendorosa
en la aurora de tu nuevo ser.