Al momento de nacer, tenemos la dicha (la mayoría de las veces) de hacerlo dentro de un núcleo formado por el amor y el respeto que los padres edificaron, es decir, en un lugar seguro dónde crecer mientras vamos adquiriendo una personalidad, criterio y madurez para enfrentar al mundo.
Es ahí donde a través de la convivencia diaria, la formación y práctica de valores, así como del intercambio de experiencias con nuestros padres y hermanos (as) así como con nuestros abuelos, tíos y primos, donde se desarrolla y fomenta la unión familiar, que no es fácil de construir ni mantener porque requiere disposición, esfuerzo y paciencia diaria que no todos estamos dispuestos a ofrecer.