¿Sabías que un águila es
capaz de intuir cuándo se acerca una tormenta mucho antes de que la tormenta se manifieste?...
El águila volará hasta un
lugar o nivel bien alto, y esperará a que lleguen los vientos. Cuando rompe la
tormenta, el águila acomoda y alínea sus alas de forma tal que los vientos de la tormenta elevan
al águila más alto aún.
Mientras la tormenta
devasta todo a su paso, el águila se remonta y permanece sobre ella. El águila no escapa de la tormenta,
sencillamente la utiliza
para lograr levantarse aún más alto. Se levanta con las ráfagas y vientos
tormentosos.
Seamos como el
águila:
cuando las tormentas caigan
en nuestra vida, levantémonos y elevémonos sobre ellas.
Si ponemos nuestra mente y
nuestra fe en Dios, ellas no tienen porque vencernos.
No tenemos que dejarnos
devastar por la tormenta.
Dios nos capacita
para volar y elevarnos en
medio de los inconvenientes que aparecen en nuestras vidas; como por ejemplo, las enfermedades,
las tragedias, los fracasos, los desengaños.
Recordemos que no son las
pruebas y cargas de la vida las que nos deprimen y derrumban, sino nuestra actitud de
cómo las enfrentamos.
Que Dios los bendiga,
guarde con bien y nos dé la fortaleza necesaria para elevarnos por sobre nuestras tormentas y salir
airosos de ellas.