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General: MILAGRO EN NAVIDAD..cuento real
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De: ALIPIA  (Mensaje original) Enviado: 22/12/2010 02:55
 
Autor: RAYNIER MAHARAJ.

Un cuento de Navidad

En vísperas de Navidad impera una cálida agitación en todos los hogares del
mundo. El sentimiento festivo y la alegría de reunirse con la familia traen
a mi memoria una historia que me encanta relatar cada año. Es una historia
real, aunque parezca increíble. Y da testimonio de que los milagros pueden
ocurrir.

Hace mucho tiempo, un grupo de jóvenes decidió compartir algo de la alegría
de la Navidad. Se habían enterado de la existencia de varios niños que
pasarían el día de fiesta en el hospital comunitario más cercano. De manera
que uno de ellos se disfrazó de Papá Noel, luego compraron varios regalos,
los envolvieron y, munidos de sus guitarras y sus dulces voces, se
aparecieron por sorpresa en el hospital en la Nochebuena.

Los niños festejaron alborozados la visita de Papá Noel; cuando el grupo de
amigos terminó de distribuir los regalos y de cantar sus villancicos, todos
los ojos estaban anegados en lágrimas. De ahí en más, los jóvenes
decidieron que representarían el papel de Papá Noel cada año.

En la Nochebuena siguiente, incluyeron en su visita a las mujeres
internadas en el hospital, y al tercer año la invitación se extendió a
algunos niños pobres del vecindario.

En la cuarta Nochebuena, sin embargo, después de realizar la ronda ya
habitual, Papá Noel revisó su saco y descubrió que le habían sobrado
algunos juguetes. De modo que los amigos se reunieron para deliberar y
decidir qué harían con ellos. Alguien mencionó la existencia de un mísero
caserío precariamente instalado en las inmediaciones, donde vivían algunas
familias terriblemente pobres.

Por lo tanto, el grupo decidió dirigirse allí, pensando que el número de
familias llegaría a tres como máximo. Pero cuando treparon la cuesta de la
colina, y se encontraron en medio de la desolada extensión -ya era cerca de
medianoche-, el consternado grupo pudo ver a gran cantidad de personas
alineadas a ambos lados de la calle.

Se trataba de niños; más de treinta niños expectantes. Detrás de ellos no
se veían chozas, sino filas y filas de destartaladas instalaciones
precarias. Cuando detuvieron el coche en el que iban, los niños se
acercaron corriendo, chillando de júbilo. Era evidente que habían estado
toda la noche esperando pacientemente la llegada de Papá Noel. Alguien
-nadie pudo recordar quién-, les había dicho que él llegaría, aunque
nuestro Papá Noel había decidido hacerlo sólo algunos minutos antes.

Todo el mundo quedó desconcertado, excepto el propio Papá Noel. El estaba
sencillamente dominado por el pánico. Sabía que no tenía juguetes
suficientes para tantos niños. Finalmente, sin querer decepcionarlos,
decidió entregar los pocos juguetes que tenía a los mas pequeños. Cuando se
terminaran, explicaría lo ocurrido a los más grandes.

De manera que enseguida se encontró trepado sobre el capó de un vehículo,
con treinta niños deslumbrantemente aseados y ataviados con sus mejores
galas, alineados de menor a mayor, aguardando su turno. A medida que cada
niño ansioso se aproximaba, Papá Noel revolvía dentro de su saco con el
corazón cargado de temor, anhelando encontrar por lo menos un juguete más
para entregar. Y, por algún milagro, encontró uno cada vez que metió la
mano en el saco. Finalmente, cada niño recibió su juguete. Papá Noel miró
en el interior de su saco, ahora desinflado. Estaba vacío, tan vacío como
debería haber estado veinticuatro niños antes.

Lleno de alivio, soltó un jovial "¡Jo, jo!" y se despidió de los niños.
Pero cuando estaba a punto de montar en el coche (aparentemente, los renos
tenían el día libre), oyó que uno de los niños exclamaba:

-¡Papá Noel, Papá Noel, espera!

Detrás de los matorrales, aparecieron dos niños pequeños, un niño y una
niña. Habían estado durmiendo.

El corazón de Papá Noel dio un vuelco. Esta vez estaba seguro de no tener
más juguetes. El saco estaba vacío. Pero cuando los niños se acercaron sin
aliento, él reunió coraje y volvió a meter la mano en el saco. Y,
abracadabra, en él había más regalos.

El grupo de amigos, que actualmente ya son adultos, todavía comentan el
milagro de esa mañana de Navidad. Siguen sin encontrarle explicación; sólo
pueden decir que aquello realmente sucedió. ¿Que cómo sé de la historia?
Bueno; yo era el Papá Noel.

RAYNIER MAHARAJ Toronto, Canadá

.Me llego al correo y lo comparto ...
ALIPIA



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