Iluminación y climatización
La iluminación representa entre la cuarta y la quinta parte del consumo eléctrico en una vivienda, aunque puede suponer hasta la mitad del recibo si no se usa bien. Una buena forma de reducir este gasto es utilizar siempre que se pueda la luz natural, pintar de colores claros paredes y techos, apagar las luces si no se utilizan, mantener limpias las tulipas y bombillas o instalar sistemas economizadores de energía.
Los electrodomésticos eficientes son más caros, se amortizan en cuatro años
Aunque más caras, las bombillas de bajo consumo ahorran hasta un 80% de energía y duran ocho veces más, de ahí que se amorticen en breve: un modelo de 11-15 W puede ahorrar a lo largo de su vida unos 68 euros y evitar la emisión de casi media tonelada de CO2, uno de los principales gases involucrados en el cambio climático.
Los radiadores eléctricos no son una buena idea por su enorme gasto. Y aunque se utilicen otros sistemas menos derrochadores, como las bombas de calor, su uso debe ser responsable. Una vivienda a 20ºC ofrece el suficiente confort, y los dormitorios pueden estar a una temperatura de tres y cinco grados menos. Por cada grado que se baja el termostato, se ahorra entre el 1% y el 3% de la factura. Tampoco es necesario tener la calefacción todo el día encendida, y mucho menos de noche: con unas pocas horas es suficiente.
En cuanto al aire acondicionado, su uso racional puede suponer importantes ahorros y reducir su impacto ambiental. Conviene no usarlo en las horas de más calor, sino a primera hora de la mañana, cerrar las ventanas o cortinas para evitar pérdidas y no dejarlo en modo ?sleep? o ?stand by?. Las viviendas con un buena orientación, un buen aislamiento en paredes, techos y ventanas, con tecnologías de ahorro o sistemas de energías renovables no solo mejora su climatización: se reduce la factura eléctrica y el impacto ambiental.
Pequeños detalles, un gran ahorro
La luz eléctrica es un recurso y no una necesidad. Por ello, es preciso no malgastarla y utilizarla solo cuando sea imprescindible. Algunas situaciones que se repiten a diario e incrementan el coste del recibo pueden evitarse con facilidad para que los ceros no se acumulen en la factura eléctrica.
- Apagar las luces que no se usen. Es una costumbre muy extendida dejar la luz encendida cuando se sale de las habitaciones: provoca tener un foco encendido sin que nadie aproveche esa luz y supone un gasto innecesario. Hay excepciones, como las lámparas fluorescentes. Gastan menos energía que las bombillas incandescentes normales, pero su pico de consumo energético se da en el momento de encenderlas. Es preferible no colocar tubos fluorescentes en habitaciones donde haya que encender y apagar la luz con frecuencia (dormitorios, pasillos...).
- Conviene plantearse encender la luz de casa solo cuando oscurezca, no cuando empiece a caer la tarde. Al atardecer, la luz natural se reduce, pero es suficiente para realizar la mayoría de las tareas domésticas.
- Elegir un sistema de iluminación para cada necesidad. En lugares donde se haya instalado más de un foco de luz, habría que escoger el adecuado para cada actividad: si se va a leer en el salón, es aconsejable no encender la lámpara principal y sí una próxima que ilumine la zona de lectura. En muchas ocasiones, las luces indirectas resultan más rentables que las normales, consumen menos electricidad y originan una iluminación uniforme en las estancias. Hay bombillas de bajo consumo que se amortizan a medida que se usan.
Para aprovechar la luz natural del mejor modo posible, conviene tener en cuenta:
- Si se pintan las paredes de casa de colores claros (sobre todo blanco), la luz se reflejará en ellas de manera más intensa. Durante el día, mientras haya luz del sol, la luminosidad del ambiente aumentará.
- La colocación estratégica de espejos puede ayudar a conseguir una mayor claridad en las horas de luz solar.
- Abrir bien las persianas, antes que encender las luces de una habitación.
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