Mitos y Errores sobre animales
Por Martín A. Cagliani
Enumerar errores sobre animales podría llenar un libro. Nada llamó más la atención del hombre a lo largo de la historia que las otras criaturas vivientes. Pero las confusas impresiones que se ha figurado de ellas habla mal del sí mismo.
Posiblemente los animales que acumularon mas creencias erróneas sean los perros, los cuales son casi sagrados en nuestra cultura. La gente les creó habilidades increíbles, como la de predecir el futuro, advertir de peligros inminentes, sentir instintivamente la muerte de su amo, etc.
Una noticia cuenta que un cocker spaniel, enviado a EE.UU. desde el Pacífico, "intuitivamente" reconoció a la esposa de su amo. Otro relato cuenta de un perro que durante un concierto permanece sentado mientras se entona el himno ingles, pero se para sobre sus cuatro patas cuando entonaban el de EE.UU.. Pero lo más corriente es atribuirles la habilidad de leer el carácter, en particular de advertir a las personas "malas". En las historias populares, de la literatura y las películas los únicos que se dan cuenta de que alguien es "malo" son los perros, siempre quedando los hombres como muy crédulos. No se explica como los bancos gastan tanta plata en alarmas y guardias de seguridad, si con solo tener un perro a la entrada del banco sabrían quien es y quien no una persona "mala" y con intenciones de robar lo que no es suyo. Según la leyenda los perros son capases hasta de descubrir cambios temporarios de carácter. Albert Payson Terhune cuanta en The Reader's Digest (nov. 1941) que su perro favorito, "se incorpora tranquilamente después de mi segunda o tercera copa y abandona la habitación." El devoto perro, agrega Terhune, "parece notar y desaprobar un sutil cambio en mí".
Otra creencia de los perros es que, como las palomas, tienen la habilidad sobrenatural de encontrar el camino de regreso al hogar a través de centenares y miles de kilómetros de terreno desconocido, tal vez tengan una brújula y un sistema satelital escondidos. Bergen Evans, en su "Historia natural del disparate", cuenta "los periódicos están llenos de historias de perros que han aparecido milagrosamente en el umbral de los desconcertados amos que los abandonaron muy lejos." Pero el mismo Evans dice "a estas historias, sin embargo, pueden oponerse las columnas de extravíos y hallazgos de los mismos diarios, [...] aparentemente, no pudieron encontrar su camino desde la próxima cuadra." V. Stefansson relata, en su "The Frendly Artic", que los perros que tiran de los trineos a veces se pierden y "rara vez encuentran su camino." Un esquimal que iba con él en un viaje casi pierde la vida por la "estupidez de confiar en sus perros para hallar el camino de regreso al campamento". El esquimal había tomado esta creencia de los occidentales que conoció en los pueblos porque ningún esquimal creería algo así.
Otra de nuestras mascotas esta llena de mitos, el gato. A muchas personas les molestan los gatos. Por lo común es una "sensación", y hasta "saben" si hay uno en la habitación. Los gatos según las creencias populares traen mala suerte, particularmente si son negros. Algunos afirman que los gatos absorben el aliento de los niños. El Dr. M. Fishbein cuenta, en su libro "Shattering Health Superstition", que un tal Dr. J. Long de Lincoln, EE.UU., insistía en que la acusación es "horrible, positiva y absolutamente cierta". "He visto, dice, al gato de una familia en el acto mismo de chupar el aliento de un niño, tendido sobre el pecho de éste, con una zarpa a cada lado de la boca del bebé, oprimidos los labios sobre la criatura, y el rostro del infante tan pálido como un cadáver, sus labios con la lividez de la muerte." Este relato Fishbein lo saca del diario Nebraska State Journal de 1929. Lo que no cuenta Fishbein es porqué el tal Long no echo al gato de una patada.
Los toros también tienen sus mitos. Lo primero que piensa una persona al toparse con un toro es ¿tengo algo rojo?, por miedo a que el toro lo embista. Siento decepcionarlo, pero los toros son ciegos a los colores. Según los matadores de toros, en las corridas, lo que irrita al toro es el movimiento de la tela, no su color.
El cerdo tiene mala fama, se dice de el que es un glotón, sucio, asqueroso y "chancho", aunque los perros tengan hábitos más desagradables, las gallinas sean más voraces y los caballos y vacas más insaciables. Puede arrojarse maíz en un campo en que se engorden cerdos, y los cerdos comerán de él solo lo que necesiten y cuando lo necesiten. Pero vacas y caballos morirían de una indigestión si se les da ilimitada cantidad de ciertos alimentos. Su mala reputación debe ser por el ruido que hace al comer, y al hecho de que, les encanta chapotear en el barro. No es su culpa si los granjeros le dan una charca llena de estiércol maloliente, ya que aparte de su costumbre de tomar baños de barro, como muchas señoras pudientes, se conserva bastante limpio. Un animal mucho mas sucio es la oveja que, irónicamente, se convirtió en símbolo de pureza.
El zorro es sabio, astuto, ágil, ¿qué más? La sabiduría y astucia del zorro se consideran admirables. Siempre engaña a sus perseguidores, volviendo sobre sus pasos, corriendo río arriba, y montando en el lomo de las ovejas. El naturalista Ernest Seton Thomson (obviamente de EE.UU.), nos cuenta en el libro "Los animales salvajes que conocí", que un zorro es capaz de correr a lo largo de las vías del tren poco antes que este pase, sabiendo que su rastro será "destruido por el tren", y sabiendo también que "existe siempre la probabilidad de que los sabuesos sean muertos por la máquina". Thompson se olvida de aclarar donde consigue el zorro un horario de trenes. El mismo autor nos dice que él conoció un zorro que tomó cebo envenenado destinado a su consumo, y lo dejó caer astutamente en los cubiles de otros animales que lo habían ofendido.
Los pobre lobos están muy maltratados por el "saber popular". Los lobos típicos de la "sabiduría popular" corren en manadas, a las órdenes de un líder prudente, por lo general "tordillo". Son cruelmente caníbales pero capaces de cooperar entre sí, y a veces planean y ejecutan diversiones y emboscadas. Si quieren disimular su número, caminan en "fila india, pisando cada animal sobre las huellas dejadas por el que precede en la nieve". Les gusta la carne humana, particularmente la de novias. Sitian aldeas, y a veces amenazan ciudades de más de un millón de habitantes. Llegaron a atacar regimientos en marcha y abordaron trenes de ganado. Otra creencia que es contradictoria con las de más arriba es la de que adoptan bebés, como a los famosos Rómulo y Remo, fundadores de Roma, y que fueron amamantados por una loba.
No hay ningún antecedente autentico de algún ser humano atacado y comido, actualmente, por un lobo. Durante años, la United States Bilogical Survey, de Washington, investigó todos los relatos publicados de matanza de seres humanos por lobos, en EE.UU. y Canadá, "y sin una sola excepción, resultaron ser puramente imaginarios". El echo es que los lobos a pesar de ser curiosos son muy cautelosos, lo que los lleva a escapar de los humanos.
Los monos también son formadores de mitos. El autor romano Plinio, cuenta que los monos jugaban ajedrez, y también se decía en siglos pasados que los mandriles fumaban y jugaban cartas. Lord Monboddo afirmaba que los orangutanes construían casas y mantenían a seres humanos como esclavos. En el siglo XIX el famoso periodista explorador Henry Morton Stanley contaba que los chimpancés, llevaban antorchas cuando viajaban de noche. Algo que hoy se cree es que los monos se quitan las pulgas entre sí. Pero lo que hacen en realidad es "acicalarse", que consiste en peinarse y rascarse recíprocamente, si por casualidad encuentran una pulga durante este trabajo, la matan o se la pueden comer.
Las cigarras quedaron muy mal, después que Disney las inmortalizara como vagas y a las hormigas como muy trabajadoras. Este mito no lo inventó Disney, sino que viene desde la antigüedad con el autor griego Esopo. La cigarra no tiene vista a futuro, dice la creencia, mientras que la hormiga trabaja y trabaja previniéndose para tiempos peores. Pero esta creencia no es cierta, ya que no es la cigarra la que le pide alimento a la hormiga, sino que esta ultima se lo roba a la pobre cigarra. En tiempo caluroso, la cigarra busca agotadoramente con su pico savia de las plantas, mientras las codiciosas hormigas se arrastran entre sus patas y roban los frutos de su labor.
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