Aquella tarde, al decirle que me alejaba del pueblo, me miró triste, muy triste, vagamente sonriendo.
Me dijo: ¿Por qué te vas? Le dije: Porque el silencio de estos valles me amortaja como si estuviera muerto.
-¿Por qué te vas?- He sentido que quiere gritar mi pecho, y en estos valles callados voy a gritar y no puedo.
Y me dijo: ¿Adónde vas? Y le dije: A donde el cielo esté más alto y no brillen sobre mí tantos luceros.
La pobre hundió su mirada allá en los valles desiertos y se quedó muda y triste, vagamente sonriendo.
J.R. Jimenez
Un café...?
zumo...
fruta...
pan...
croissants
enseimadas y madalenas
caracolas
pastas caseras
tarta
completo
Buñuelos con chocolate de mi Valencia
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