Un mito es una creencia transmitida por tradición, por dichos, hechos, hábitos y costumbres culturales, sin ningún fundamento científico pero que muchos utilizan como criterio de verdad.
La gran cantidad de información sobre dietas y programas para adelgazar, hacen que surjan todos los días, modas, usos, adaptaciones e innovaciones, supuestamente más eficaces para bajar de peso, que se van agregando al ya enorme universo existente, provocando confusión e incertidumbre entre los que están realizando cualquier tratamiento serio para bajar de peso.
Un mito muy enraizado en el imaginario colectivo es el que supone que hacer dieta consiste en privarse de todo lo que a uno le gusta.
En general, las dietas más modernas y efectivas, tratan de no hacer prohibiciones, y ponen el acento en el conocimiento de las propiedades de los alimentos que se van consumir para que cada persona aprenda a tomar absoluta conciencia de qué es lo que decide comer y sea responsable.
El problema más común en la obesidad no es tanto lo que se come como cuánto se come, o sea, la dificultad para controlar la cantidad de comida que se ingiere.
Los flacos en general, comen de todo pero poco, suelen olvidarse de comer, son hiperactivos y tienen muchos intereses; porque comen para vivir y no viven para comer.
Es un mito creer que los productos dietéticos, consumidos en grandes cantidades, no engordan, porque aunque sean poco calóricos, también engordan si se comen sin control.
La clave es comer varias veces al día cantidades moderadas de comida y parar de comer antes de sentirse lleno.
Otro mito es pensar que uno puede bajar muchos kilos sin ayuda, solamente con la propia fuerza de voluntad.
Tal vez algunos puedan bajar unos kilos sin ningún apoyo, pero es probable que al poco tiempo, ni bien comiencen a perder el impulso de la motivación inicial y se queden sin recursos para enfrentar la tentación, cedan a ella y vuelvan a comer como antes.
Sin embargo, el mito de que el efecto rebote debido a un atracón es el fin de la dieta es falso, ya que no existen avances sin retrocesos en todo aquel que inicia un plan de alimentación para bajar de peso.
Un descenso en picada demasiado rápido, sin que la balanza nunca vuelva a subir y sin que se produzca ninguna meseta, que es cuando no se baja ni se sube, no es conveniente, ya que es más eficaz la bajada escalonada que es la que indica la capacidad de ser flexible.
El mito de que la gordura es genética puede ser verdadero en algunos casos, pero en la gran mayoría de las personas obesas es falso.
El que tiene exceso de peso es porque consume más calorías de las que gasta, hace una vida sedentaria, tiende a consolar sus frustraciones comiendo y come cada vez que siente ansiedad aunque no tenga hambre.
El mito de que la voluntad todo lo puede es falso, porque además es necesario tener una buena motivación, porque el motivo es el motor de la voluntad.
Ingresar a un programa para bajar de peso significa estar dispuesto a cambiar, porque solamente el cambio es el que hará que la dieta de resultado.
Cambiar de hábitos de alimentación, cambiar la frecuencia de las comidas, cambiar unos alimentos por otros, cambiar el sedentarismo por el movimiento; cambiar la forma en que nos conectamos con los alimentos y estar dispuesto a cambiar de estilo de vida, aprendiendo a cocinar productos frescos, renunciando al delivery, eligiendo cuidadosamente lo que se va a comer, probando cosas nuevas e incorporando a la vida nuevos intereses.
Para estar delgado no es necesario privarse de lo que a uno le gusta, solamente hay que disminuir drásticamente las cantidades y completar la comida con un mayor volumen de ensaladas, verduras y frutas.
Si la vida de una persona se ha limitado solamente a comer, es una señal de que le está faltando otra cosa, tal vez mucho de todo lo demás que tiene para ofrecerle la vida que no percibe y por alguna razón no intenta desarrollar ni conocer.
Fuente: “Pasaporte al Bienestar”, Dr. Alberto Cormillot.