Cada huevo lleva impresos varios números y letras encima de la fecha de caducidad. A pesar de ser un código más, esconde mucha información sobre la manera en que ha sido producido, su código identificador y hasta el país del que proceden. Información que habitualmente pasa de largo entre los consumidores pero que es muy importante para aquellos que desean comer alimentos ecológicos.
Nuestro país es el tercer productor de huevos de la Unión Europea, con 48 millones de gallinas y una puesta de unos mil millones de docenas de huevos anuales. El 90% de estas aves está criada de forma intensiva. Las gallinas viven enjauladas y hacinadas en condiciones artificiales, lo que les produce diversas enfermedades y sufrimiento. Para la ONG, Compasión in World Farming (CIWF), es una situación indeseable, por lo que han pedido a los consumidores "que exijan huevos de gallinas camperas, que viven en condiciones dignas"
Gallinas camperas
Y para consumir huevos de gallinas camperas, es más que recomendable conocer el significado del código que llevan impreso en la cáscara. El primer número indica la forma de cría de las gallinas: el "0" significa que provienen de gallinas libres y alimentadas a base de piensos ecológicos, el "1" indica la proveniencia de gallinas camperas, es decir, libres y alimentadas con piensos naturales; los huevos con el número "2" son gallinas que han sido criadas en grandes naves, hacinadas horizontamente; finalmente, aquellos huevos que tienen un "3" como primer número provienen de gallinas hacinadas verticalmente, en jaulas.
En el supermercado, lo más habitual es encontrar huevos de gallinas criadas en jaulas, en lo conocido como hacinamiento vertical. En muchos establecimientos directamente no disponen de huevos ecológicos, con los dígitos 0 ó 1 grabados en la cáscara.
Las dos letras siguientes indican el país en el que han sido producidos y el resto de números pertenecen al código de identificación del productor.
Ganadería industrializada
Esta Organización No Gubernamental a pesar de no tener mucho peso en nuestro país, se fundó hace más de 40 años. Exactamente, en 1967, un granjero británico decidió que no era justo continuar con la ganadería industrializada intensiva que existía y existe para la producción de alimentos. A día de hoy, CIWF intenta poner fin a estas "crueles prácticas de ganadería industrializada", persiguiendo un objetivo claro: "conseguir el bienestar de los animales de granja", tal y como explican desde la propia organización.
Los datos de CIWF indican que en todo el mundo, la producción de huevos de gallinas enjauladas es del 60%. "Una gallina que vive enjaulada termina su corta vida metida en una pequeña jaula de alambre con varias gallinas más. El suelo es de malla alambrada. Según la legislación de la UE, el espacio mínimo de suelo permitido para cada ave tiene un tamaño inferior al de una hoja de papel A4" explican desde la organización.