La del vaso, que retiene y que no da nada.
La del canal, que da y no retiene.
La de la fuente, que crea, retiene y da.
Y entonces comprendí que, hay seres humanos-vaso, cuya única ocupación es almacenar virtudes, ciencia y sabiduría, objetos y dinero. Son aquellos que creen saber todo lo que hay que saber; tener todo lo que hay que tener, y consideran su tarea terminada cuando han concluido su almacenamiento. No pueden compartir su alegría, ni poner al servicio de los demás sus talentos, ni siquiera repartir sabiduría. Son extraordinariamente estériles; servidores de su egoísmo; carceleros de su propio potencial humano.
Por otro lado existen los seres humanos-canal, son aquellas que se pasan la vida haciendo y haciendo cosas. Su lema es: "producir, producir y producir". No están felices si no realizan muchas muchísimas actividades y todas de prisa, sin perder un minuto. Creen estar al servicio de los demás, fruto de su neurosis productiva, cuando en realidad su accionar es el único modo que tienen de calmar sus carencias; dan, dan y dan; pero no retienen. Siguen dando y se sienten vacíos.
Pero también podemos encontrar seres humanos-fuente, que son verdaderos manantiales de vida. Capaces de dar sin vaciarse, de regar sin decrecer, de ofrecer su agua sin quedarse secos. Son aquellos que nos salpican "gotitas" de amor, confianza y optimismo, iluminando con su reflejo nuestra propia vida.