Los nuevos descubrimientos en neurociencia revelan nuevos secretos del complejo funcionamiento cerebral que rige nuestra mente.
Las neuroimágenes pueden mostrar procesos cerebrales que intervienen en las emociones, la imaginación y la toma de decisiones.
Ahora se sabe que las células cerebrales se pueden regenerar en la vida adulta y que son capaces de establecer nuevas conexiones y también de perder otras; y que el cerebro es un órgano plástico que continúa cambiando en función a las experiencias con el fin de adaptarse a las diferentes circunstancias vitales.
Esta capacidad del cerebro de seguir adaptándose en la vida adulta, le permite a las personas trascender sus condiciones genéticas innatas o traumáticas de la infancia y responder a los cambios fisiológicos y ambientales.
Estudios recientes prueban la teoría de Sigmund Freud sobre la existencia del inconsciente, al revelar que casi todas las funciones cerebrales que creemos racionales, no son conscientes.
La complejidad social alcanzada por los seres humanos es la que dio lugar a la complejidad de las redes neuronales, afirma el doctor Facundo Manes, neurólogo que dirige el Instituto de Neurociencias de la Universidad de Favaloro y el Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos Aires (INECO).
El ser humano es creador de organizaciones sociales, desde las más simples a las más complejas y la interacción social es fundamental para el aprendizaje.
Las neuronas espejos son las que se activan cuando observamos una conducta que queremos imitar y también cuando la realizamos nosotros mismos. Por esta razón un maestro jamás podrá ser reemplazado por una máquina.
Las emociones juegan un papel importante en nuestras vidas y son las que nos hacen humanos.
Cualquier emoción produce cambios fisiológicos y del comportamiento e influye en la memoria y en la toma de decisiones.
Las emociones no constituyen un obstáculo, como muchos piensan, sino que son fundamentales para elegir.
El Dr. Claudio Waisburg, neurólogo de INECO, afirma que en los procesos cerebrales más importantes actúan las emociones y la razón, porque son las emociones las que gravitan en la toma de decisiones personales para lograr objetivos.
La técnica de las neuroimágenes muestran que la amígdala por ejemplo, desempeña un importante papel en la emoción de miedo y en el recuerdo de sucesos emotivos; mientras la ínsula puede reconocer las señales de disgusto.
El estudio de un cráneo de 36000 años de antigüedad perteneciente a un hombre de Neantherthal, muestra que ya desde entonces esta especie practicaba el altruismo, al evidenciar señales de haber sido curado de graves heridas.
La neurología está aportando importantes datos sobre las áreas cerebrales que participan en la cognición social, o sea, en la capacidad de percibir las intenciones, los deseos y las creencias de los otros que posee el hombre desde los cuatro años de edad.
La dopamina, hormona relacionada con el circuito del placer, es la que interviene en el deseo de ayudar y tener conductas altruistas, así como también, tienen sus bases neuronales, los sentimientos de discriminación y prejuicio.
La memoria está relacionada con el estrés, por eso se recuerdan más los acontecimientos que van acompañados de un shock emocional y no tanto los sucesos que no nos afectaron emocionalmente.
En situaciones de estrés se liberan sustancias como la epinefrina, el cortisol y la glucosa, elementos que tienen una función esencial en la memoria.
Fuente: LNR, 2/09/2011, Ciencia, “Últimas noticias del cerebro”, María Gabriela Ensinck.