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Si no recuerdo mal, todo cabíaentre los horizontes de un pañuelo.Entonces figuraba el mediodíaun sol con ojos en mitad del cielo.Y gracias a una tierna hechiceríala noche prodigaba su consuelocon tanta caridad que uno veíalas estrellas tiradas en el suelo.Pero hoy el agua no lo dice. Es cierto:ya no se pone un corazón doradoni roba añiles a la golondrina.Porque el mundo hechizado está desierto.Qué dolor, sobre él se ha desatadoel Miedo con sus trapos de neblina.