Los científicos cada vez más están reconociendo el valor del conocimiento intuitivo, porque están comprobando lo que ya se sabía desde hace miles de años.
La mente es el recurso más valioso que tenemos y hasta es capaz de cambiar la realidad física.
El camino del espíritu y del pensamiento lineal es evidente que se unen en algún punto.
La epigenética estudia la sucesión de cambios a través de los cuales un organismo, en el proceso ontogenético, adopta nuevos caracteres o partes que no estaban preformadas; teoría que se opone al preformismo.
La epigenética controla los genes transformando un tipo de señal en otra, basados en la comprensión e interpretación del medio ambiente, para luego producir una respuesta a ese estímulo.
Esta respuesta se puede reflejar en la conducta o en los genes; o sea que el medio ambiente es el que controla los genes y no a la inversa.
La epigenética afirma que para cambiar el desarrollo de ciertos genes es necesario cambiar el medio ambiente.
Medio ambiente significa tanto los factores externos e internos que pueden influir en un ser humano; es decir, todo lo que lo rodea y también sus pensamientos.
La tendencia del hombre es proyectar la culpa de sus problemas personales, tanto físicos como mentales, a la contaminación ambiental, a la economía, a la violencia, a su familia, a los gobiernos y a todos los factores externos que forman parte de su vida; sin darse cuenta que su peor enemigo es él mismo y que también dentro suyo puede estar la solución.
El hombre cree que puede controlar sus pensamientos, pero solamente es capaz de ser consciente de una pequeña parte de ellos, porque la mayor parte es inconsciente.
Cuando tomamos conciencia de la importancia de nuestros pensamientos y en qué medida pueden influir sobre la realidad, nos damos cuenta hasta qué punto pueden condicionar nuestras vidas, ideas, creencias, juicios que ni siquiera conocemos.
Cuando nos enfermamos o sufrimos alguna situación difícil, somos los primeros en sorprendernos, porque no podemos creer que todo lo que nos sucede es el resultado de lo que pensamos y de lo que hacemos.
El Dr. Bruce H. Lipton, biólogo celular, ex profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Wisconsin, afirma que la epigenética puede modificar un gen y crear treinta mil variaciones diferentes del mismo gen; es decir, que poseer un gen no significa que se va a manifestar, porque podemos crear una variación que es mutante o nacer con una varfiación mutante y crear una sana.
Podemos inferir entonces, que nuestra forma de vida puede tanto causar un cáncer como curarlo.
Este fenómeno puede explicar las remisiones espontáneas de enfermedades con mal pronóstico.
El pensamiento del paciente también recibe una enorme influencia del médico que lo atiende; y si éste es optimista puede mejorar y aliviarse (efecto placebo) sin explicación médica; pero si es pesimista y se empeña en comunicarle a su paciente un pronóstico sombrío, es probable que éste se agrave y muera (efecto nocebo).
En el ámbito de las relaciones humanas sucede lo mismo. Niños con severas discapacidades genéticas superan ampliamente las expectativas sobre su rendimiento cuando sus padres confían en ellos y los alientan en sus aciertos con pensamientos positivos; en cambio, niños muy inteligentes, pueden tener problemas de aprendizaje si sus padres les exigen mejor rendimiento o rebajan su autoestima convenciéndolo de que no sirve para nada.
Una persona llena de resentimiento, rencor, odio o deseos de venganza, transmite este desequilibrio a su propia vida y a su entorno y genera una realidad acorde con sus pensamientos.
Es necesario tener amplia conciencia de nuestros pensamientos, porque la transformación de la mente, cambia el cuerpo y hasta puede curar enfermedades.
Fuente: “El Homeopático”; No.57; 12/2011; “De genes y creencias”; Dra. Liliana Szabó, médica pediatra, docente libre de la AMHA.