Es difícil enfrentarse al diagnóstico de una enfermedad crónica que exige cuidados especiales de por vida; pero sin embargo, la mayoría de los que se encuentran en esa circunstancia lo pueden hacer con éxito e inclusive sacar buen partido de esa condición.
Una limitación física puede obligar a abandonar algunos proyectos que exigen plena libertad operativa pero también puede ampliar horizontes, que antes de sufrir de ese trastorno hubieran sido imposibles de imaginar.
La crónica diaria está repleta de ejemplos en los cuales se puede observar cómo una enfermedad crónica puede fortalecer motivaciones largamente postergadas cuando se estaba sano.
Una enfermedad seria enfrenta a la eventualidad de un desenlace fatal; y aunque todos sabemos que no somos eternos, cuando existen razones para pensar en la posibilidad de la muerte, la vida parece perder su sentido y esa circunstancia se transforma en una amenaza que dificulta seguir viviendo normalmente y demanda la necesidad de un replanteo existencial.
El diagnóstico de una enfermedad crónica puede ser aceptado o negado. Si es negado, lo más probable es que esa batalla la gane la enfermedad pero si es aceptado se puede vivir con ella incorporándola a la identidad y muchas veces tener la posibilidad de trascenderla.
Stephen Hawking, eminente físico matemático que ocupa la cátedra de Newton en Cambridge y autor de varios libros, enfermó de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) a los 17 años, trastorno del sistema nervioso que produce la pérdida de la fuerza muscular en forma progresiva, llevando a la persona afectada a la discapacidad y a la muerte en pocos años.
Sin embargo, en este caso, la sobrevida es de casi cincuenta años, durante los cuales esta singular personalidad no solo hizo una carrera brillante universitaria sino que desarrolló nuevas teorías que fueron ampliamente difundidas y que ayudaron a comprender mejor el universo en que vivimos.
Él mismo reconoce que si no hubiera tenido esa enfermedad no hubiera llegado a ser quien es hoy, un notable físico matemático dedicado a investigar el universo.
Antes de enfermarse había sido un pésimo alumno con pocas inquietudes intelectuales, destinado a fracasar en sus estudios y a tener un futuro incierto.
Sin embargo, después de enterarse del terrible diagnóstico y de las pocas posibilidades de supervivencia, se dedicó de lleno a estudiar y a intentar desentrañar los insondables misterios del universo.
Como él, son muchos los que se destacan tratando de compensar sus limitaciones con acciones que las trascienden.
La aceptación de una enfermedad crónica significa incorporarla a la identidad y convertirla en una aliada para el logro de nuevos proyectos.
La minusvalía física ha sido muchas veces la principal motivación que tuvieron grandes hombres para desarrollar su ingenio y compensar con creces sus discapacidades.
Beethoven era sordo, sin embargo pudo componer grandes obras musicales que se inmortalizaron sin haberlas podido escuchar nunca.
Sólo su brillante imaginación lo ayudó a crear sus bellas creaciones, las cuales perduran en la memoria colectiva y han quedado inscriptas en lo permanente.