Hasta las moscas beben para olvidar, más cuando les han rechazado una propuesta de sexo.
Sí, eso que parecía conducta típica de humanos desesperados y despechados, se observa en las moscas de las frutas también.
Cuando a un macho de estas moscas se le ofrece comida bañada en alcohol o su equivalente no alcohólico, su decisión dependerá de si se ha apareado recientemente o si ha sido rechazado por una hembra.
Aquellos a los que las hembras les han puesto el tatequieto, son más proclives a elegir la comida impregnada con alcohol quizás para olvidar el mal trance.
Es la primera vez, según los investigadores, que se descubre en moscas de las frutas una interacción social que influye en una conducta posterior.
“Es un vínculo sorprendente”, dijo Troy Zars, neurogenetista de la Universidad de Missouri, Colombia, no implicado en el estudio, reportó Science. Entender cómo sucede esto en el cerebro, podría ayudara a explicar con mayor amplitud cómo la conducta que recompensa se refleja allí y cómo el cerebro media en conductas complejas.
Los científicos sabían ya que cuando las moscas de las frutas ingieren alcohol, las conexiones de recompensa en sus cerebros se activan, haciendo que sea una experiencia ‘placentera’.
Por eso, científicos encabezados por Galit Shohat-Phir, de la Universidad de California y ahora en el Howard Hughes Institute, querían determinar si los dos tipos de recompensa estaban conectados en el cerebro. “No esperábamos encontrar este resultado”, dijo.
Los investigadores pusieron 24 moscas macho (Drosophila melanogaster) en una de estas situaciones: la mitad en grupos de cuatro, cada uno con 20 hembras listas para aparearse, permitiéndoles a los machos aparearse con varias. La otra mitad solos, cada uno con una hembra que se había acabado de aparear, haciendo que rechazara cualquier cortejo. Tras 4 días de repetido rechazo, los machos fueron movidos a contenedores con capilaridades con alimento, algunas con alcohol, otras sin él, en las que podían alimentarse.
Se encontró que los machos apareados rechazaban el alcohol, mientras que los rechazados lo preferían, comentó Shohat-Phir. En promedio, los rechazados ingirieron 4 veces más alcohol que los apareados.
Todo esto es mediado por químicos como el neuropéptido f (NPF): se encontró menos en aquellos que no se aparearon y al reducir el nivel en los que sí, también consumieron más alcohol. Y este responde también por la asociación sexo-alcohol.
En humanos existe un químico similar (NPY) que se ha encontrado que tiene relación con la depresión y el consumo de alcohol y drogas.