no enojarte,
no enojar a los otros,
deshacer los enojos de los demás.
No enojarte tú:
por pequeñas o grandes cosas, por sucesos sin relieve o de proporciones llamativas; no enojarte con tus familiares y no enojarte con los que te rodean en el trabajo, o con las personas con las que diariamente debes encontrarte y tratar.
No hacer enojar a los otros:
no darles motivo de enojo, de disgustos; no hacer lo que sabes que a ellos les disgusta o les puede ser causa de enojo; no ponerlos en tales circunstancias, que ellos deban hacer esfuerzos para conservar su calma interior.
Deshacer los enojos de los demás:
cuando veas que alguien está impaciente, ofrécele un poco de tu paciencia; cuando alguien necesita ser calmado, dale tu palabra de paz y serenidad; cuando alguno se extralimite en sus apreciaciones o expresiones o actitudes, pon tú la cuota de serenidad, de calma, de paz y de amor.
Tres metas: un magnífico plan de acción apostólica.