Comprendí
que si todas las flores quisieran ser rosas,
la naturaleza perdería su gala primaveral,
y los campos ya no se verían esmaltados
de florcillas.
Así como el sol ilumina a la vez
a los cedros y a cada florecilla,
como si sólo ella estuviera en la tierra,
del mismo modo se ocupa también Nuestro Señor
de cada alma personalmente,
como si no existiera más que ella.
De la misma manera
todo está ordenado para el bien de cada alma.
Santa Teresita del Niño Jesùs
BENDICIONES CADA DIA.
LETI
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