QUINTA LUNA
Con ojos que te sieguen huidiza, soy el azor de tus benditos senos: palomas que arrullando inflan el buche, vasos que crecen a un divino fuego.
Y en verdad que tu vientre primerizo, ni blanco ni moreno, calladamente se deforma en cantaro a la presion continua del misterio.
Ah, si me fuera dado referirte lo inexplicable que en el alma siento, y hacer de modo que tu angustia santa se te vuelva alegria todo el tiempo!
Mujer, en el secreto de tu carne es mi destino el que se esta cumpliendo; y por eso sonrio a tu sonrisa y sufro sin querer tu sufrimiento.
Y soy como un pastor ante su tierra -que mi tierra es tu cuerpo-; pastor que canta o que en la plaga llora con los brazos abiertos!
Ah, poco a poco, como un niño triste, de extraño mal me morire en silencio, si lo que llevas, que es mi propia viña, te lo destruye el viento. |