LO RECIBI EN MI CORREO...Y COMO POR ESTOS LADOS EL QUE NO CORRE VUELA COMO DECIMOS LOS ARGENTINOS JAJAJA--A DISFRUTARLO AMIGAS Y ADEMAS, A NO TOMAR EN SERIO LOS AÑITOS---NOSOTROS NOS ENVEJECEMOS , SOLO EL CUERPO
Sólo asumo la edad que tengo cuando me veo en el espejo. Si cierro los ojos y únicamente me miro hacia adentro, quedo detenida en otra edad, una anterior, en la que me veo joven, ágil y esbelta.
¡Cómo pasaron tan rápido los años! Vuelvo a abrir los ojos y el espejo me trae a la realidad. Compré uno con lupa enorme, porque en el espejo común, el maquillaje se me sale de foco, y terminaba poniédome la máscara para las pestañas en los párpados.
Ahora, con el espejo nuevo, las patas de gallo me las veo como si fueran las amarras de la fragata Sarmiento. Es más, tengo pánico de llorar por temor a que las lágrimas se me escurran por las canaletas y me agarre una otitis.
¿Cuándo fue que comenzaron a aparecer esas canaletas de foca, duras y tiesas que custodian mi labio superior y hasta hacen guardia en mi mentón? ¿Será la compensación por la desaparición de los de las cejas, cada vez más ralas?
¡Siento (y lo que es peor aún, veo) que la ropa me aprieta, que los pantalones me violan! Lo único que me entra es el pareo. Los zapatos de taco alto me dan vértigo y solamente puedo usar sin problemas las sandalias, siempre y cuando el juanete no obstruya el calce de la tirita.
Las franelas ajustadas se enroscan en mis rollitos y me emparentan con el muñeco de los neumáticos Michelín.
La técnica que me realizó la última mamografía, me aprisionó un rollo en lugar de una lola. El resultado del estudio hablaba de "cuerpos mamarios densos, con gran transformación adiposa".
¿Y mi cuello? ¿Cuando fue que apareció esa papadita incipiente, pregonera de un no lejano look de pelícano?
¿Qué les pasó a mis brazos, que cuando los muevo parezco una gallina aleteando? Recuerdo que cuando chica me asustaban con "el hombre de la bolsa". ¿Se referirían, acaso, a estas bolsas con forma de hamaca paraguaya que hoy comienzan a asomar bajo mis ojos?
¡Mis piernas! La celulitis, con su aspecto de leche cortada, ha empezado a migrar hacia los tobillos! ¡Basta! Me saco los anteojos. Me aparto del cruel espejo delator. Me miro de lejos en mi espejo amigo, que se esconde detrás de la puerta del placard.
Las arrugas desaparecen, la flaccidez se tensa, mis piernas recobran la forma de mis recuerdos. Me siento joven nuevamente. Salgo contenta, hemos vencido al enemigo. El mundo no tiene espejos de aumento. La calle me espera.
Mariela Sarmiento Alba