Will Bowen, ministro de la iglesia cristiana de la unidad de Kansas City, en Estados Unidos, imaginó un mundo sin quejas e ideó un sistema ingenioso para ayudar a las personas quejosas a liberarse de ellas.
Comenzó con sus fieles, que apenas eran unos trescientos, sugiriéndoles que utilizaran una pulsera morada de hule que encargó en un negocio, durante 21 días; y para poder evaluar los avances en la erradicación de las quejas de sus vidas, cada vez que verbalizaran una queja tenían que cambiar la pulsera de mano. Pudo comprobar así, que por lo general, a la mayoría les toma de cuatro a ocho meses completar los 21 días sin quejas
Su idea resultó ser tan bien recibida que motivó a más de seis millones de personas de ochenta países del mundo a solicitar su pulsera morada de hule, de distribución gratuita.
A partir de este éxito Will Bowen obtuvo una enorme popularidad, apareciendo en varios programas de televisión de los Estados Unidos, y participando en docenas de entrevistas por radio y en los medios gráficos.
Su libro “Un mundo sin quejas” se convirtió en un “best seller” y fue traducido a doce idiomas.
En este mundo que vivimos, quejarse se ha convertido en una verdadera epidemia que tiene consecuencias destructivas en la vida; porque es un mal hábito que obliga a estar concentrado precisamente en lo que no queremos y hace que sigamos teniendo más de lo mismo.
Un pollo necesita 21 días para desarrollarse y nacer; curiosamente, la práctica de Reiki se practica durante el lapso de 21 días para conseguir su objetivo; y alguien dijo alguna vez que las personas también necesitan 21 días para convertir una conducta en hábito.
El reto consiste en realizar la experiencia de la pulsera durante 21 días consecutivos sin quejarse ni desparramar chismes.
Hoy en día, la mente colectiva está captando e integrando la idea de que la vida, la sociedad, la situación política, la salud e incluso la situación del propio mundo particular son el reflejo de la forma de pensar.
Esta no es una idea novedosa, al contrario es muy antigua. Jesús dijo que tal como ha sido tu fe, así suceda contigo; Buda, que llegamos a ser lo que pensamos; Marco Aurelio, que nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen; Charles Darwin, que la expresión más alta en educación moral es recomendar controlar nuestros pensamientos; Earl Nightingale, que nos convertimos en lo que pensamos y así incontables pensadores que conocían bien el valor del pensamiento.
El uso de la pulsera ideada por Will Bowen, que a mi juicio no precisa ser la que él reparte sino que podría ser cualquier pulsera que tengan, permite tomar conciencia de en qué medida se quejan y de cuáles son los pensamientos negativos que generan esas quejas.
Las personas que creen que no se quejan, al usar la pulsera se dan cuenta que sí se quejan, y mucho, sólo que no lo sabían.
Bill Bowen está convencido que puede llegar a convertir al mundo en un lugar sin ninguna queja y así poder cambiarlo.
Cualquiera de nosotros puede empezar hoy mismo, teniendo en cuenta que cada persona, si se lo propone, con su conducta puede ser una célula sanadora de las demás células que conforman la estructura de la humanidad.
En “La conspiración de Acuario”; Marilyn Ferguson dice que la más mortal de las profecías que se han cumplido es la que supone que ser viejo representa decadencia y mala salud.
Una idea negativa es como una semilla que crece y que por alguna ignorada razón, todos se empeñan en regar para que cada vez sea más grande.
La queja reemplaza la acción, el quejoso se lamenta pero no actúa; lo que necesita es enfocar la energía que gasta en quejarse en estar agradecido y terminar de regodearse en la auto compasión.
Fuente: “Un mundo sin quejas”; Will Bowen.
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