Diosito, haced que mis padres lean esta carta.
Papa, mamá:
Cuando les pregunte o les cuente algo, no me respondan siempre "estoy ocupado" o "decímelo más tarde",
necesito que me ayuden a elegir las formas y los valores con los que me moveré en la vida.
No pretendan sacarme del paso prometiéndome lo que no podrán cumplir porque la falta de palabra me volverá
incrédulo y desconfiado.
No peleen ni griten en casa, sé que tienen muchos problemas para resolver y por eso les pido
que razonen con tranquilidad, así no sufro, no me asusto, ni me altero pensando situaciones
que yo aún no puedo solucionar.
No me enseñen a odiar ni a envidiar a la gente; traten de hacerme conocer la felicidad pues la vida
misma con sus idas y vueltas, marchas y contramarchas, se encargará de ofrecerme su cuota
de frustración y desaliento.
Ayúdenme a crecer en la sensibilidad, no quiero ser una computadora humana que gasta la vida calculando
tener cosas, olvidándose de disfrutar, de sentir y amar; a los que piensan sólo en tener se les endurece
el corazón y pierden el sentido de la realidad que los envuelve.
Enséñenme a ser solidario y a defender la vida; bien saben que nací en tiempos de agresión y violencia,
de misiles y guerras bacteriológicas, de alcohol, contaminación y drogas, de sida y depredación; necesito confrontar
la muerte con los brotes de las semillas y el crecimiento de los árboles y la multiplicación natural de los seres vivientes.
Traten de educarme en la solidaridad; creo que los partidarios de la verdad, la justicia y la naturaleza, si nos unimos,
podremos defendernos de los insensibles que destruyen el país y el planeta, sin pensar en las
consecuencias generacionales.
Nunca me mientan porque si lo hacen yo aprenderé a mentir; escuché decir que el mentiroso es capaz
de cualquier delito y sé que les daría dolor y vergüenza tener un hijo ladrón, farsante o traicionero.
Les pido que sean justos conmigo y mis hermanos; soy chico pero me doy cuenta si obran con justicia y,
esa justicia que practican, es lo que despierta mi respeto, admiración y confianza.
Jueguen jueguen conmigo, quiero compartir mi alegría y gastar con ustedes la energía de mis cortos años;
si lo hacen, nadie ni nada podrá borrar de mi mundo interno las huellas generosas del afecto.
Cuéntenme un cuento todas las veces que puedan, preciso viajar por el mundo de la fantasía;
seguramente las historias me ayudarán a comunicarme mejor y a despertar mi sensibilidad
para percibir la dimensión del cosmos.
Cuando hago mis tareas escolares no se desentiendan diciéndome que no saben , que no entienden;
una sola palabra de ustedes, un gesto oportuno, alcanzarán para alentarme y clarificar mis problemas.
Acérquense a la escuela y escuchen a mi maestra y si ven que presento dificultades, ayúdenme a sortearlas con coherencia;
lo que más daño hace a mi personalidad son los dobles mensajes y las actitudes soberbias;
creo que la señorita desea para mí lo mismo que ustedes, con todo el corazón.
Papá, mamá... sé que no son sabios ni adivinos y que éste es un tiempo muy difícil para los adultos que deben educar.
Sin embargo estoy seguro que ustedes me aman y que por mi feliz y sano crecimiento,
administrarán con respeto los necesarios sí y no, que orientarán la existencia de mis años primeros.
Gracias por darme la vida. Los quiero hasta el cielo.
Martha Dora Arias