Son bienvenidos los que ríen desde el fondo de los ojos; los que siembran la buena semilla; los que en un apretón de manos entregan el corazón, y la vida. Bienvenidos los que cantan y danzan, aunque sean mudos y anden con muletas, porque ellos conquistarán por sus notas y sus pasos. Bienvenidos los que se ocupan de mantener el alma niña, limpia de rencores y maledicencias. El que hace de la lealtad escudo, de la honestidad espada y de la verdad arco y flechas; Aquel que pelea las luchas cotidianas sin hacer de sus triunfos un altar donde adorarse a sí mismos, ni de sus derrotas caída definitiva donde llorar eternamente, porque ellos tienen un lugar en mis almenas. Bienvenido es el que trae como sombra a la esperanza; el que respira amor, dignidad y respeto, aunque su mirada sea fiera. El que espera con fe, porque recibirá lo que espera un día. El generoso que comparte su pan; su vino, su alegría y su pena. Bienvenido sea aquel a quien los animales se acercan sin temor a comer de su mano, porque es confiable. El que trae la paz consigo y la pone en la mesa para que se sirva quien quiera. El que no tiene necesidad de pedir perdón a cada rato, porque no ofende. Bienvenido el que se siente libre, y no anhela esclavizar en forma alguna. El que aún se hace tiempo para admirar una flor, el trino de un pájaro o el aroma de la tierra cuando la moja una lluvia temprana. Si no eres de ésos, entonces sigue tu camino sin detener tu marcha; déjame soñar mis sueños y... ¡que la paz sea contigo! |