Datos de la encuestadora francesa Ipsos, referidos solo a cinco países del mundo, indican que 330 millones de personas creen que el viernes de la semana entrante -21 de diciembre- se acabará el mundo. En Estados Unidos, China, México, Argentina y España esta porción de gente acoge al pie de la letra las predicciones de los mayas.
La cifra alarmó a la agencia espacial Nasa, que en redes sociales desplegó trinos para desmentir estos rumores mediante "hechos probados y científicos". Es evidente que tamaña campaña virtual sirve solo para comprobar la falta de sentido del humor de los científicos gringos.
Asumieron la misma postura de aquellos transeúntes que, cuando alguien les desea ¡feliz fin del mundo…, se despachan con afectada sabiduría sobre el fidedigno sentido de la profecía maya. Que los fenecidos indios no hablaron del estallido del planeta sino de cambio de época, que medían períodos de cinco mil y más años, que bla, bla, bla.
Lo cierto es que la actual onda milenarista es la primera originada en nuestra América, que contagia al planeta entero. La del año dos mil y las anteriores tenían sabor europeo, religioso, mesiánico. Los mayas, con sus narices anchísimas y jorobadas, eran como nosotros, cobrizos, de baja estatura, insignificantes, zarrapastrosos.
Sin embargo estos astrónomos con civilización de tres mil años, que abandonaron sus impresionantes ciudades selváticas hacia el siglo X de la presente era y cuyo esplendor desde México hasta Honduras se esfumó entre enigmas hace un milenio, mantienen hoy en vilo a buena proporción de la humanidad.
Tal vez quien ha catado mejor el calibre de esta tensión es el periodista Andrés Grillo, quien en twitter escribió: "mienten por igual los que dicen que el 21 de diciembre algo va a pasar y los que afirman que nada va a suceder". Los primeros son los sectarios, beatos, crédulos de la nueva era. Los segundos son los de la Nasa, solemnes, engreídos de hechos probados y científicos.
A unos y a otros los mayas los tienen estremecidos, en estas vísperas de nada y de todo. Esta es la estatura de la victoria de los mayas. Todos se abisman ante su conocimiento de inmensidades celestes, todos se fatigan coronando sus pirámides exactas, nadie sabe el modo en que se extinguieron como civilización. Tampoco nadie dejará de asomarse esta semana a wikipedia para quitarse una sed de cuatro milenios