Históricamente la invención del teléfono se le ha atribuído al escocés-norteamericano Alexander Grahan Bell; no obstante, en junio de 2002, el Congreso de Estados Unidos reconoció que el teléfono fue concebido por un desconocido inmigrante italiano llamado Antonio Meucci ¿increíble verdad?
Tal como lo han afirmado desde décadas los libros de texto en Italia, el inventor italiano Antonio Meucci es el verdadero inventor del teléfono, por lo que Alexander Graham Bell se "robó" la idea de uno de los medios de comunicación más importantes en la historia.
Así lo reconoció el Congreso de los Estados Unidos, quien la pasada semana aprobó, por aclamación, un documento en el que se reconoce al italiano como "inventor del teléfono" y se resalta "su extraordinaria y trágica" carrera científica. "La vida y logros de Antonio Meucci deben ser reconocidos, así como su trabajo en la invención del teléfono".
El documento también reconoce que la muerte de Meucci hizo que se olvidase el proceso legal que había iniciado contra la Western Union (que apoyó a Graham Bell para impulsar su "invento") por lo que concluye señalando su aportación a una invención capital para toda la humanidad.
Esta aceptación ha sido recibida en Italia como la victoria póstuma de un personaje maltratado por la historia, y ha tenido eco en los medios de comunicación del mundo porque los estadounidenses han tenido que reconocer que un extranjero es el verdadero inventor del medio. Los congresistas admitieron que, de haber contado con aquellos diez dólares, "Bell no hubiera podido patentar el invento del teléfono como suyo".
Alrededor del año 1854, Meucci, un inmigrante florentino y de escasos recursos económicos, construyó un teléfono mecánico (no eléctrico) para conectar su oficina con su dormitorio ubicado en el segundo piso, debido al reumatismo de su esposa.
Fue hasta 1871 cuando en Nueva York depositó una demanda de patente de su invento, el "teletrófono"; sin embargo, en 1873 debía renovar la patente, cosa que no hizo por carecer de 10 dólares.
En 1874 presentó su prototipo a la telegráfica Western Union. Dos años después, el italiano se enteraba que celebraban la "invención" del teléfono por el investigador de origen escocés Graham Bell, patrocinado por la Western Union.
En ese momento inició una larga batalla legal con la poderosa compañía y aunque en 1887 un tribunal de Nueva York le dio la razón, no pudo reclamar parte de los beneficios económicos del invento ya que su demanda de patente había caducado muchos años antes.
Meucci falleció pobre y amargado en 1889 y jamás vio la gloria y el reconocimiento de su talento, el cual chocó con su escaso conocimiento del inglés y su poca desenvoltura ante las artimañas legales y los ingentes intereses económicos de las grandes corporaciones de Estados Unidos.
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