Las diferencias entre otros animales y los humanos se reducen cada día al descubrirse o presentarse evidencias de que actividades o emociones que creíamos que eran exclusivas de nuestra especie, no lo son.
Un pájaro que escucha la canción de una ave canora puede experimentar algunas de las mismas emociones de una persona que escucha música, sugiere un estudio publicado en Frontiers of Evolutionary Neuroscience, basado en el gorrión de garganta blanca (Zonotrichia albicollis).
“Hallamos que el mismo sistema neuronal de recompensas se activa en las aves hembras en estado de crianza que escuchan un macho y en en personas que escuchan música que les gusta”, dijo Sarah Earp, quien condujo el estudio en Emory University.
Para los machos que escuchan la canción de otro macho, la historia es distinta: tienen una respuesta en la amígdala similar a la que presentan las personas cuando escuchan una música desagradable y discordante.
El estudio, del cual es coautora la neurocientífica Donna Maney, es el primero, según un comunicado, que compara las respuestas neurales de una audiencia en el prolongado debate de si es música lo que cantan las aves.
“Desde Darwin, los científicos se han preguntad si el canto de las aves y la música tienen fines similares o tienen los mismos precursores evolutivos”, dijo Earp. “Pero la mayoría de intentos por comparar los dos se han enfocado en las calidades del sonido, como la melodía y el ritmo”.
Cuando Earp propuso usar el laboratorio de Maney para investigar sobre el debate música-aves, esta pensó que era una gran idea. “Las canciones de las aves son una señal”, dijo Maney. “Y la definición de una señal es que genera una respuesta en el receptor. Los estudios previos no habían visto la pregunta desde este ángulo y es uno muy importante”.
El estudio usó el Egr-1, un gran canal bioquímico activado en las células que responden a un estímulo, como mapa para cuantificar las respuestas neurales en el sistema de gratificación mesolímbico en machos y hembras de aquellos gorriones cuando escuchaban el canto de un macho.
Algunas de las aves en la audiencia habían sido tratadas con hormonas para ponerlas en estado reproductivo, mientras el grupo de control tenía niveles bajos de estradiol y testosterona.
Durante la temporada de no reproducción, ambos sexos usan las canciones para establecer y mantener dominio en las relaciones. En la reproductiva, un macho cantándole a una hembra casi con seguridad que la corteja, mientras un macho que le canta a otro lo está retando.
En las hembras en aquel estado, todas las regiones del canal mesolímbico respondían al canto del macho, lo que no se observó en aquellas que no lo estaban.
Y los machos tratados con testosterona que escuchaban a otro mostraban una respuesta en la amígdala, que se puede correlacionar con la respuesta típica en la amígdala en humanos que escuchan el tipo de música de películas de terror.
“La respuesta neural de las aves canoras parece depender del contexto social, lo que puede ser el caso de los humanos también”, indicó Earp. “El canto de las aves y la música generan respuestas no solo en las regiones del cerebro asociadas directamente con la gratificación, sino también en las regiones interconectadas que se cree que regulan las emociones. Eso sugiere que ambas pueden activar mecanismos evolutivos antiguos necesarios para la reproducción y la supervivencia”.
Una limitación del estudio, reconoce Earp, es que varias regiones que responden a la música en los humanos son corticales y no tienen una contraparte clara en las aves.
(Tomado de El Colombiano)